Enrique

Lo conocí siendo un adolescente con muchas inquietudes relacionadas con su profesión en la que se desempeñaría de por vida .

Con catorce años de edad era el junior en el Derby aquel recordado restorán que Sergio Ardiles tenía en la calle Miguel Aguirre frente a la Plaza donde hoy se ubican las oficinas de la Telefónica. Enrique en algo propio de la juventud ,con unas ansias de aprender aquel oficio indispensable en el apoyo gastronómica ,lo que en Chile llamamos garzón palabra francesa que refleja esa manera tan nuestra de decir las cosas ,garzón y no mozo que a veces se considera algo peyorativo Aquello a él no le importaba pues sabía que tenía que aprender un oficio y que debería conocerlo a la perfección .No pudo tener mejor escuela ya que Sergio Ardiles su primer maestro ,a su vez fue formado bajo el rigor de las empresas Corfo ,en efecto, consiente de la importancia de la hotelería en el desarrollo nacional, Corfo formo la filial Honsa ,Hotelera Nacional, cuyo objetivo era promover el turismo en el país, construyendo hoteles y hosterías en todas las regiones en proyectos de gran calidad con estilo de arquitectura moderna o bien contextualizando su entorno. Honsa se preocupó de formar una infraestructura hotelera de primer nivel, donde se destacan, entre otros; el Hotel Turismo de Antofagasta, el Francisco de Aguirre de La Serena , Bucanero de la Herradura,. Balnearios y Cabinas de Peñuelas, Hotel Portillo, Hotel Pucón, Frontera de Temuco, etc. Y, por cierto el Hotel Turismo de Ovalle (todos esos sueños se esfumaron con la dictadura. Los hoteles se privatizaron).

Tan ambicioso proyecto necesariamente debía contar con el personal especializado: administradores, contables, y la base de una buena hotelería, Cocineros/as ,maître, garzones,mucamas y un largo etc. para ello una tarea principal: capacitarlos, formarlos adecuadamente ;normas de etiquetas mínimas de cortesía; descorchar vinos ,mantelería, adornar y servir la mesa, en palabras simples hacer de estos profesionales unos verdaderos expertos en sus respectivas tareas. La escuela de Honsa y su personal capacitado hizo del país un espacio en donde el pasajero, nacional y en especial el turista se sintiese debidamente asistido en su hospedaje. Enrique entonces aprendió todo aquello, lo que unido a su bonhomía y, a su profesionalismo se transformó en uno de los principales referentes de su trabajo en Ovalle. Como carecía de conocer la palabra egoísmo, aquello que aprendió a lo largo de su vida lo trasmitía con cariño y lealtad a sus congéneres. Más de una vez que acudíamos al almuerzo escaso de circulante, Enrique nos avalaba en eso de cancelar la cuenta, demostrando cabalmente su generosidad y lealtad a quienes consideraba sus amigos.

Cada vez que nos encontrábamos teníamos largas y hermosas conversaciones, para mí fructíferas. Sentados bajo los hermosos jacarandaes de nuestra querida plaza. Reía cuando le señalaba que en el” Crimen de la calle Arauco” estaba descrito con nombre y apellido, una de las tantas anécdotas que me relato.

A raíz de mi estada en Ovalle a propósito de la segunda vuelta presidencial tuvimos una inesperada y última conversación, esta vez duró un par de horas. Quizás fue algo premonitorio, me relató, de muto propio, su genealogía familiar emparentado con algunas familias ovallinas de mucha prosapia. Dejó pendiente, para otro día, narrarme una historia medio sabrosa, medio escabrosa: el llamado” Camaricazo” aquella fiesta en plena dictadura realizada en la Hacienda las Peñas, Camarico adentro,( los ovallinos más antiguos saben lo que hablo) cómo garzón atendió el evento, siendo testigo presencial del mismo.

Querido y estimado amigo Enrique Rojas Ibacache, cumpliste a cabalidad la meta que trazaste en tu vida, ser un experto profesional en tu ramo. Desde la distancia hago llegar mis sentidas condolencias a la familia.

Enrique descansa en Paz.

Iván Ramírez Araya
Rucahue/Chomio, Región de la Araucania

 

OvalleHoy.cl