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Ese niño no olvidará jamás la lección que le dio su padre

Ayer jueves la ministra de Transportes, Gloria Hutt, anunció que respaldará el proyecto impulsado por la oposición con el que se busca insistir en la reducción de velocidad de 60 a 50 kilómetros por hora en zonas urbanas”, destaca un medio de comunicación nacional.

Agrega que la iniciativa ya había sido analizada por el Congreso en el marco del proyecto de ley de convivencia vial, sin embargo, había rechazada dos veces por el Senado.

Ayer mismo yo pretendía cruzar la calle Independencia, pero me abstuve de hacerlo por la presencia de una gran camioneta que avanzaba en dirección Poniente. Segundos después el potente vehículo pasa a mi lado a gran velocidad y se pierde en poco tiempo frente al Mercado Municipal.
¿A cuánto viajaba? Desde luego, a más de 60 kilómetros hora.

El día anterior caminaba desde mi casa en la población Fray Jorge, hacia el trabajo, y al pretender ingresar a uno de los pasajes me tengo que detener porque un automóvil viene por él en dirección a calle Yungay a gran velocidad. El conductor, se detiene unos segundos en la esquina  – apenas lo suficiente para mirar si viene otra máquina –  y luego dobla hacia la derecha. Al parecer ni siquiera ha advertido mi presencia, o si lo ha hecho no le importa.

Es un pasaje de una sola vía, por el que todos los días transitan niños, mujeres, ancianos , mascotas, etc, pero el vehículo circulaba por él a algo así de 50- 60 kilómetros por hora. Al conductor eso no parece importarle.

Me parece bien que algunos legisladores estén preocupados por el problema de la circulación vehicular por sectores urbanos y la necesidad de poner algunas restricciones al respecto.

La pregunta sin embargo es lo que se obtiene con legislar si los conductores no toman conciencia del problema y continúan conduciendo de manera irresponsable, sin que exista una adecuada fiscalización, y menos sanción.

Lo que se necesita junto con legislar, es complementarlo con una campaña efectiva de educación en todos los niveles, empezando por los niños. Especialmente con los niños.

Y si se trata de experiencias personales, refiero una anécdota que me correspondió “protagonizar” a principios de esta semana.

Estoy detenido en la esquina de Vicuña Mackenna y Ariztía Poniente ante un semáforo con luz roja. A mi lado hay un padre con un niño pequeño de la mano.

– Ves esa luz roja al frente? – le dice el padre al niño – No podemos pasar la calle si está en rojo. Cuando se ponga verde podremos pasar.

El niño está fascinado con los ojos clavados en la luz al otro lado de la calle.

De pronto la calle se ha vaciado de vehículos en toda la cuadra, y sería fácil cruzar con seguridad al otro lado. Pero pienso en el padre que enseña a su hijo a ser responsable con las luces del tránsito y me contengo. Eso podría confundir al niño

Finalmente la luz se ha puesto en verde.

– Mira, mira, está verde – dice el niño – ¿Ahora podemos cruzar?

Y los dos cruzan al otro lado tomados de la mano.

Ese niño no olvidará jamás la lección que le dio su padre.

M.B.I.

OvalleHoy.cl