Una norma básica del tránsito es bajarse por el lado de la vereda, a menos que sea un caso excepcional, no se cumple principalmente por los pasajeros de colectivos en Ovalle.
“Bájese nomás no viene nada” le dijo el colectivero a una señora, ella abrió la puerta del lado izquierdo y una moto pasó rápidamente a su lado. Ella alcanzó a reaccionar para que no sucediera algo peor. A pesar de eso esperó un momento, “ahora sí” insistió el colectivero y la señora se bajó por el lado izquierdo, el lado de la autopista.
Generalmente y casi siempre, bajarse por el lado izquierdo significa quedar expuesto al tránsito vehicular, es decir a la calzada. Con suerte, ningún vehículo viene por atrás, pero generalmente esta medida irresponsable puede generar riesgos innecesarios en el tránsito automovilístico. El no bajar por la calzada se encuentra estipulado en el artículo 162 de la ley de tránsito, en el punto 8.
Hay ciudades en Chile en que bajarse por el lado izquierdo del auto y quedar en la calzada es simplemente impensado. Por ejemplo en Viña del Mar, puede preguntarle a algún conocido si lo que estoy diciendo es verdad o no. En Ovalle esta mala costumbre está arraigada y ya es necesario que la gente entienda lo peligroso de esto de una vez por todas.
“Si es verdad que se bajan por el lado izquierdo. Lo hacen por no molestar a la gente que está al lado derecho” señaló un colectivero anónimo con quien discutía este tema. Y es que aunque al lado derecho vaya una persona con obesidad mórbida, inválida, con un niño en brazos y bolsas de supermercado (es una exageración, por cierto) es su obligación ceder el lugar para que se haga un correcto uso de las leyes del tránsito y evitar accidentes que pueden ser graves, como un atropello.
Es común también que el colectivero se baje del vehículo, se ponga en la puerta de atrás del mismo lado y abra la puerta, mientras hace de escudo humano para que la persona se baje por la autopista, incumpliendo ambos la ley ¿todo esto sólo por no incomodar a una a dos personas para que den el lado? ¿Acaso vale más estar dos segundos sentado que la vida de alguien?
