InicioultimasOpiniónMadrid, Mercado de la Cebada. Todo por una cebolla

Madrid, Mercado de la Cebada. Todo por una cebolla

Fue todo por una cebolla. Una cebolla le faltaba a Gerardo, mi amigo gallego de Pontevedra, para cocinar el almuerzo un sábado de resaca. Tuvo que bajar de su departamento, meterse al mercado de La Cebada y ahí fue cuando descubrió uno de los buenos secretos de Madrid. Escuchó bulla de gentes, murmullo, y cómo no, los siguió.

El mercado de La Cebada, colorido por fuera y sabroso por dentro está en el barrio La Latina, de la latina ciudad de Madrid. Hay que subir por Cava Baja, una callecita angosta, curva y llena de bares. No caer en la tentación de entrar a uno el sábado a mediodía, aunque cada puerta abierta suelte un zumbido que parece que te tira para adentro. Al final de la calle, llegando a la Plaza Puerta de Moros ya está de frente el Mercado. Ahí quedé con Gerardo, que es de los tipos más alegres y con más gracia que vi en mi vida. Nos hicimos amigos hace algunos años en el país de la alegría, Brasil, cuando él estaba haciendo un intercambio en Salvador de Bahía.

Nosotros veníamos con mi amigo Juan caminando desde Plaza Mayor con una incertidumbre total. Gera nos dijo que había descubierto un tesoro, que cada sábado al mediodía el Mercado se transformaba en algo así como una plaza techada donde los negocios de pescados, mariscos y carnes aprovechaban de vender sus productos para que la gente coma ahí mismo, de pie. Lo más relevante: buena comida, buen precio y cerveza gratis. ¿Pero cómo, cerveza gratis? “¡Cerveza gratis, es la ostia!” nos respondió. “Las tiendas ponen unos cubos con hielo y cerveza y sólo hay que agacharse y sacarlas. Vamos a comer y tomar como en Galicia”.

Bandejas de tierno pulpo a la gallega, chichas, boquerones, gambas y percebes van saliendo y acabándose rápidamente. El ambiente es cordial, de gente que disfruta de comer y beber. Gente local en su mayoría, casi todos madrileños del centro que supieron por un amigo que en el mercado de La Cebada pasaba esto los sábados al mediodía. Gerardo invitó a otros amigos y todos le preguntaban lo mismo. ¿Cómo descubriste este paraíso escondido de La Latina? ¿Quién te lo dijo? “Nadie”, dice mi amigo. “Un sábado bajé a comprar una cebolla, seguí la pista y acá me estaba esperando”.

Ignacio González Mas
Periodista, Bachiller y Licenciado en Comunicación Social
Pontificia Universidad Católica de Chile

OvalleHoy.cl