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Mantener el espíritu de la Teletón

Como cada año que hay Teletón voy a la plaza acompañado con una hija o nieta para hacer un aporte a la campaña. Un aporte casi simbólico, testimonial, aunque cargado de significados ocultos.

Es algo que es tradicional en mi familia. El llegar hasta el banco y junto a decenas de otros padres que están en lo mismo junto a sus hijos, hacer la fila para hacer entrega del dinero  y observar la emoción con la que la niña recibe a cambio una pegatina que llevará todo el resto del mes prendido en el pecho del vestido como si fuera un galardón.

Esta vez fui con la Lobita, mi nieta menor, de dos años que también salió del banco luciendo orgullosa su regalo en el pecho y una pulsera atada a la muñeca derecha, que mostraría en las próximas horas a su madre, a su abuela y a sus amigas.

Cuando salimos encontramos sin embargo una sorpresa. Por primera vez en la historia de la Teletón en Ovalle el tránsito de vehículos por calle Victoria, frente al Banco, no había sido suspendido, y los padres que con sus hijos querían cruzar hasta la Plaza de Armas donde se desarrollaba el espectáculo central, debían ir hasta la próxima esquina o bien hacerlo entre los vehículos. Y el 99 % de la gente, a riesgo de su seguridad, prefería hacer esto último y pasar con los niños de la mano, la guagua en el coche o en brazos, por entre los vehículos detenidos o que se detenían para ceder el paso.

Cientos de padres y niños durante el día.

¿No hubiera sido sensato el suspender el tránsito y permitir a los niños abandonar con seguridad el recinto bancario para correr hasta la plaza como se ha hecho en los últimos veinte años?

La Lobita en la hora siguiente  disfrutó a concho con los juegos y enseguida con el espectáculo infantil en el escenario central en el que estaban sus personajes favoritos: Mickey, Minnie, la chanchita Peppa, etc.. Bailó, cantó y se divirtió junto a otros pequeños de su misma edad .

Sin embargo no pude dejar de advertir con inquietud la baja afluencia de público en el paseo principal de la ciudad en comparación a los años anteriores. De hecho el trámite en el banco no tardó mas de cinco minutos y la cantidad de gente en la plaza era reducida.

No obstante mis aprensiones la meta final fue cumplida en la provincia del Limarí.

Cuando le comenté eso a un amigo al día siguiente me dio una explicación que me pareció lógica.

“Es que ahora los padres ya no se  levantan para ir al banco y prefieren quedarse en la casa haciendo un asado con los vecinos y hacen la transferencia de dinero a través de internet”, me dice.

Es cómodo y eficiente y se consigue el mismo objetivo, agrega.

Pero no es lo mismo.

Con eso, reflexiono,  se pierde el espíritu que anima a la Teletón. Hacer que en este día  la familia se levante y concurra hasta el Banco y hasta la plaza o donde sea para cumplir con este ritual solidario: el entregar el dinero en el banco, y que los niños reciban a cambio la pegatina en el pecho para lucirla orgullosa en las horas siguientes ante sus amigos. Es una sensación impagable e irrepetible, que perdurará en su memoria.

Además crea en el niño la sana costumbre de la solidaridad que él, a su vez, repetirá con sus propios hijos más adelante.

Y esto se pierde con la transferencia a través de internet. Creo yo.

En lo sucesivo voy a continuar llevando al banco a mis nietas en cada campaña, y, cuando yo no esté, espero que mis hijas sepan prolongar en el tiempo este rito solidario tan cargado de significado.

Es que no basta con un simple ENTER. Lo importante es mantener el espíritu de la Teletón

 

Mario Banic Illanes.

OvalleHoy.cl