InicioultimasOpiniónMi libertad limita con la libertad de los demás

Mi libertad limita con la libertad de los demás

Paso a comprar a un pequeño local y la dueña, mientras me entrega el cambio, manifiesta su molestia por la existencia de un puesto de venta de ”fierritos” en la calle, cuyos aromas llegan hasta su negocio, invadiéndolo.

Me explica que todos los días llega a la casa con la ropa y el cabello impregnados a fritanga y a carne asada.

– Antes me gustaba comer carne, pero ahora no la puedo ver – me dice.

Recuerdo a una conocida suplementera que tiene su puesto en la esquina de Vicuña Mackenna y Ariztía Poniente, que desde hace varios años sufre el bombardeo de decibeles de un puesto callejero de venta de discos que hay al otro lado de la calle. Todos los santos días escuchando rancheras a todo volumen. Todo el día, uno tras otro.

– Es para volverse loca, don Mario – me dice – hay veces que es tanto, que me he desmayado al llegar a la casa.

La misma experiencia sufren los vecinos que viven en el segundo piso de la calle Benavente y Ariztía Oriente: escuchando a diario, todo el día los parlantes del puesto que hay en la acera opuesta.

Han recurrido a carabineros, a la Municipalidad, al Papa, a la Haya… ¡pero nada! El problema sigue igual..

– Y yo creo que peor, porque ponen la música mas fuerte… para molestar – se lamentan.

A mí me gusta la música ranchera y algunos se sorprenden al conocer mi colección de Juan Gabriel, Ana Gabriel, Los Llaneros de la Frontera, los Reales del Valle, Los Hermanos Bustos, etc ; pero reaccionaría de la misma manera si me obligaran a oírlos todos los días, a todo volumen.

Hernán Dìaz Arrieta, el gran Alone, mencionaba el suplicio propuesto por Edgard Allan Poe del condenado a mirar eternamente a la Venus de Milo; o escuchar permanentemente a la novena Sinfonía de Beethoveen, dos de las obras artísticas más hermosas de la historia de la cultura universal.
¡Pero verlas, oírlas todos los días, todo el dìa?

“Lo que no varía es casi siempre falso. O deja de ser verdadero. Es decir bello”, agrega Alone.

Y remata: Es que como Barrès decía en frase inmortal: “Il y a une seule chose superieure a la beauté; cést le changement”. Sólo hay una cosa superior a la belleza; es el cambio.

No olvido a un profesor de filosofía de la Universidad de Chile, en el viejo Pedagógico, que solía decirnos cada cierto tiempo: “Todos tenemos derecho a la libertad. Pero mi libertad limita con la libertad de los demás”.

Más claro, echarle agua.

M.B.I.

OvalleHoy.cl