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¡No botes tu voto!.

Esta será la primera elección popular con una ciudadanía severamente desconfiada, con una Presidenta e Instituciones con niveles históricos de desaprobación y de desprestigio, los cuales se han visto incrementados debido a la gravísima situación que raya en el delito, al cambiar unilateralmente el domicilio electoral de casi medio millón de personas; cambio que fue realizado en una forma irresponsable e irrespetuosa hacia los ciudadanos, demostrando con ello, un manejo desprolijo de los datos personales y por sobre todo el atentar contra la libertad y el derecho cívico de votar, donde cada ciudadano se ha inscrito y sin que un ente ya sea público o privado decida por uno de manera deliberada. Lo que no ocurrió al pasarse a llevar el artículo 24 de la ley que regula la Inscripción Automática, que de acuerdo a dicho articulado, “el cambio de domicilio electoral es por consentimiento expreso de los electores o a través de un trámite que debe realizarse personalmente en alguna oficina del Servel o de Chile Atiende” y por ende queda de plano descartado el que cualquier funcionario decida arbitraria e ilegalmente donde  debamos ejercer nuestro derecho de sufragio.

Es aquí cuando en cada campaña electoral, surgen candidatos que prometen mucho más de lo que parece posible lograr en un período de 4 años; prometen que harán “realidad nuestros sueños”, “ofrecen centros de prevención del cáncer”, “crear oficinas de gestión del agua”, “ofrecen lo que nunca se hizo antes” o que ellos lograrán solucionar todos los problemas que administraciones anteriores fueron incapaces de solucionar.

Frente a este discurso, debiésemos recordar el sabio dicho popular, “no todo lo que brilla es oro” o “cuidado con las cosas que parecen demasiado buenas como para ser ciertas”, sobre todo, cuando existen candidatos que durante el tiempo en que fueron Gobierno, no hicieron nada y ahora andan ofreciendo “soluciones mágicas”, lo que no hace más que demostrar un total desconocimiento sobre las atribuciones que poseen los cargos a los cuales postulan. Es por esto y otros tantos motivos, que debiésemos ser un poco más desconfiados o nos pasará nuevamente lo que nos ocurre el día de hoy con el Gobierno de la Nueva Mayoría, el cual logró llegar al poder realizando innumerables promesas que al final no cumplió y es más, no ha hecho más que acarrearnos numerosos problemas y decepciones en vez de soluciones y alegrías.

Es cosa de ver como el 2013, la entonces candidata Bachelet, prometía que cambiaría todo, que haría “reformas, no reformitas” y valla que si las hizo, denostando y descalificando en esa época a su contentora Evelyn Matthei la que  tenía una agenda clara y  aterrizada diciéndole que lo que prometía Bachelet era impracticable y que llevaría al país al desastre, que es exactamente lo que está ocurriendo hoy en día. La reforma tributaria fue un rotundo fracaso, aquí quedó claro que el Gobierno no tenía una hoja de ruta clara para cumplir sus promesas, que los cálculos que habían realizado para justificar el aumento de los tributos era suficiente para financiar la educación lo cual no fue cierto, puesto que hubo que corregirla y todo esto a raíz de que era una reforma improvisada y que se hizo mal desde sus inicios. Sin ir más lejos, la promesa de una educación gratuita y el compromiso de terminar con la selección, el lucro y el copago, quedó en el papel porque después de asegurar gratuidad universal, debió reducir el número de beneficiados a 260 mil jóvenes, pero que en realidad se terminó entregando a 125 mil jóvenes (menos de la mitad de lo prometido y enmendado en el camino); una vez más sus promesas se vieron imposibilitadas de cumplirse, debido a la desprolijidad e improvisación de su plan de Gobierno y al usar una estrategia de prometer mucho más de lo que era capaz de cumplir.

Podríamos estar enumerando largamente las principales promesas incumplidas de la campaña de Bachelet y la Nueva Mayoría, pero no tiene caso. Es mejor que nos ocupemos de nuestra propia realidad, que asistamos a votar este 23 de octubre, porque si no, otros elegirán por nosotros o al igual que la elección presidencial pasada, el abstencionismo será el gran ganador, en donde desgraciadamente después todos somos los que sufrimos con un país cada día más inestable.

Por todo esto está en nuestras manos el que nuestra comuna de Ovalle siga creciendo con solidez, que siga la senda que hoy lleva con un trabajo honesto y veraz y eso se logrará con nuestro voto; es nuestro deber ir a votar y elegir a quienes puedan cambiar el país para que retomemos la senda del optimismo y del crecimiento.

Susana Verdugo Baraona.

OvalleHoy.cl