InicioultimasOpiniónColumna de Opinión: La Derecha rechaza la violencia (sic)

Columna de Opinión: La Derecha rechaza la violencia (sic)

Por la repudiable e injustificable agresión sufrida por el ex presidenciable José Antonio Kast de parte de un grupo de desalmados en el campus de la Universidad Arturo Prat (UNAP) en Iquique, han sido más que numerosos los personajes públicos, reconocidos como pertenecientes a la Derecha chilena, quienes han hecho oír también toda su voz lamentando y condenando este atropello a la libertad de expresión y respeto por las ideas de cualquier adversario.

El ministro de Educación, Sr. Varela manifestó: “… ayer en Iquique, ciudad heroica, fuimos testigos de actos de violencia e intolerancia que ensombrecen nuestra educación y los valores que defendemos en una sociedad libre”.

El diario EL Mercurio: “ … cobarde agresión … representa un grave e inaceptable ataque no solo a una persona pública, sino que  – más delicado aún – a la libertad de expresión, la democracia y el Estado de Derecho.”

En Renovación Nacional (RN), su presidente Mario Desbordes: “… Rechazamos la intolerancia de una minoría que pretende imponerse a través de la violencia.”

En este mismo diario digital, se puede uno enterar de la opinión de la ex –  gobernadora del Limarí, distinguida dama y prestigiosa galena, Sra. Susana Verdugo Baraona:

“… me parece algo aberrante, porque cuando se llega al punto de odiar y atacar a quien piensa distinto, estamos aceptando que la democracia no sirve y que el camino es la violencia y quienes sí creemos en la democracia debemos seguir levantando la voz.”

Agrega su opinión sobre algunas de las características de toda casa de estudios superiores:

“… en las universidades del Estado donde, por sobre cualquier consideración, se debe defender y garantizar la libre expresión de las ideas en un ámbito de pluralidad, tolerancia y respeto”.

Y en la televisión, en todos los diarios, impresos y digitales, han sido cientos, o quizás más, las voces también de los grupos políticamente reconocidos como derechistas.

Excelente reacción. Eso está muy bien. Es como para felicitarlos. No cabe duda que es un gran avance en términos de convivencia democrática y respeto por la libertad de expresión y dignidad de todo adversario político.

No puedo dejar de aludir el aspecto que tal encomiable, digna y ejemplar actitud de la Derecha se produzca en estos tiempos. Se imagina usted, amable lector, si esta misma loable acción se hubiera producido en aquellos años en los cuales tuvimos hechos mucho más graves y tristes en comparación con el que ahora nos preocupa.

Lamento que todos estos personajes no hayan vivido en Chile durante la oprobiosa dictadura militar en la cual  la tolerancia, el respeto por los derechos humanos, la libertad e incluso el respeto por la vida humana no tenían cabida y – lo que es peor – no faltaban aquellos que guardaron cómplice silencio a tantos abusos y atropellos: “… tras la paletada nadie dijo nada, nadie dijo nada …”.

Pero seamos optimistas. Todos tienen derecho a cambiar. Eso sí es necesario no exagerar. Recordemos que el pasado, a veces, nos condena. Es fácil rasgar vestiduras ahora, sin tomar en cuenta el enmudecimiento escandaloso de antaño por miles de casos mucho más graves. Esto puede hacer que cualquiera lo invite a leer en la obra “El Hombre Mediocre” del sociólogo positivista  italo-argentino José Ingenieros: “El pudor de los hipócritas es la peluca de su calvicie moral.”

No puedo dejar de reconocer este gran cambio de la derecha chilena. Si antes también hubiesen alzado sus voces, Chile no habría conocido cárceles secretas y clandestinas, detenidos-desaparecidos, torturados, milicos que no pasaron por la universidad y se transformaron en los sucesores de Bello, caravanas de la muerte, Lonquén, Ejecutados de Laja, miles de  exiliados y jóvenes quemados vivos por una patrulla militar en las calles de Santiago. Incluso hoy no existiría Punta Peuco ahorrándonos la angustia , el dolor y la incertidumbre pero no sólo de los criminales allí castigados sino también – y muy especialmente – el dolor aún vigente de cientos de familiares de las víctimas de aquellos violadores de derechos humanos.

Claro deberá quedar que rechazo categóricamente la agresión a Kast. Un rechazo sin agregados ni justificaciones de cualquier índole.

Es preciso destacar el terrible e incomprensible argumento del estudiante de Derecho participante en esa agresión y que pidió reserva de su identidad al medio que lo entrevistó:

“… imagínate todo lo que te despierta: pegarle sus patás, gritarle todo lo que se te dé la gana y que el weón se sorprenda y sienta temor… Es ponerlos en la situación en la que estuvieron muchos …” “…Y las patás no se las quitaba nadie. Era una satisfacción para todos… fue algo tan hermoso…”

Respuestas y actitudes como éstas, lo pone al nivel del Guatón Romo. Quienes queremos situarnos en la vereda contraria a la que pertenecen aquellos que criticamos por su complicidad silenciosa, no podemos sentir satisfacción alguna, ni menos considerar hermoso una conducta de esa calaña.

¿Qué pasa para que una sociedad se haya refugiado en la indiferencia, la apatía y el individualismo permitiendo la ocurrencia de indignos episodios en aquellos años y que ahora vuelvan ciertos odiosos brotes similares como los descritos?

No cabe duda que nos hemos olvidado de las sabias lecciones de Solón de Atenas, uno de los Siete Sabios de Grecia quien señalaba:

“Un simple rasguño al más insignificante de los miembros de una comunidad debe significar una herida profunda para el resto de sus iguales”.

Es mi opinión.

Iván R. Anticevic B.

Profesor

OvalleHoy.cl