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OPINIÓN: Los arriesgados de La Paloma

Tengo la suerte, por mis labores, de recorrer con frecuencia las rutas principales y secundarias de esta hermosa Provincia, que me recibiera hace ya casi un par de lustros. En ese ciclo de tiempo alcancé a ver la última apertura de las compuertas del Embalse La Paloma, y el espectáculo sin duda resultaba majestuoso desde mi paso por la carretera, en ese entonces todavía de una sola vía.

Luego de eso, fui testigo de los amargos años de sequía, del retroceso cruel de las aguas embalsadas, de las penurias que la falta de este vital recurso significó para muchos y muchas que dedican sus vidas a los que la tierra produce. Igualmente afectados vi a esos temporarios pescadores de las aguas del embalse, que luego se dedican a ofrecer exquisitos pescados ya limpios a la berma de la carretera. Por muchos años desaparecieron.

Sin embargo, luego de la inusualmente bondadosa curva del ciclo global, estos hombres y algunas mujeres también, retornaron a sus botes a esas apacibles labores de pesca en el lago artificial más grande de esta zona americana. Y volvieron esos alegres vendedores de berma del día siguiente. Pero no todo, como en la vida, podía ser tan bueno. Una tarde hace pocos meses las sirenas del cuerpo de bomberos alertaban de una emergencia en las aguas de La Paloma; Ovalle sigue siendo lo suficientemente pequeño para que nuestras radios se comuniquen con la Central del Cuerpo de Bomberos y en cuestión de minutos todos los que estábamos en sintonía escuchábamos que la emergencia era el volcamiento de un bote y la desaparición de su tripulación. Y esto, con el fatal desenlace que todos conocemos, con un par de jornadas en que el despliegue de Bomberos con unidades de rescate y drones incluidos, fueron reforzados con los buzos tácticos del GOPE de Carabineros y de la Autoridad Marítima de la Armada de Chile, amén de una cuadrilla de voluntarios entre amigos, colegas y extraños de los desaparecidos.

Y todos lamentamos el desenlace que enlutaba a familias de esta zona, que podían ser la suya, o la mía. Las autoridades llamaron a la precaución, se citaron sendas normas legales que prohíben este tipo de pesca en aguas interiores de estas características de embalse, Armada endosaba responsabilidad a la administración del Embalse, éstos a la Municipalidad de Monte Patria, y muchos invocaban al tan manoseado autocuidado.

Pero como somos ejemplo de una comunidad de frágil memoria, estos últimos días he tenido la oportunidad de “subir” con mayor frecuencia hasta Monte Patria, y más allá. Pero lo que me ha llamado la atención es la gran cantidad de embarcaciones tipo bote que se encuentran en labores de pesca al interior de esas aguas, con tripulaciones de entre cuatro y hasta seis hombres, y que a la hora del desembarco, lo primero que he podido ver son casi iguales cantidades de anzuelos como de envases vacíos de cervezas y algunos destilados. Naves que recorren en centro del embalse, que hurgan en sus orillas y otras que recorren esas aguas bajas que apenas han cubierto jóvenes bosques que estaban en formación. El peligro se asoma en todas partes, y nadie hace nada. Hay lugares, como en las conocidas Ruinas, en que ya existen muelles de atraque, por lo que no debe ser tan difícil saber desde dónde zarpan. Pero nadie hace nada. Ni Carabineros ya que son aguas privadas sometidas al control de un junta de vigilancia, ni estos porque evidentemente no cuentan con personal para fiscalizar estas labores, ni la autoridad marítima que no cuenta con una base en estas aguas interiores, ni siquiera un candidato que en un arranque de sensatez quiera poner en tribuna esta problemática.

Se acerca el verano, las vacaciones de los niños. Me preocupa que nuevamente las sirenas de nuestros Bomberos llamen a sus voluntarios para rescatar a nuevos náufragos.

Alguien debe hacer algo.

 

Andrés C. Belmar D.

Un ciudadano.

OvalleHoy.cl