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Ovalle, cerrado por vacaciones

Un amigo que por razones de trabajo reside en una gran ciudad convence a su familia de pasar las vacaciones en Ovalle después de mucho tiempo.

Sin embargo, transcurrida una semana está arrepentido de su decisión, según me cuenta cuando nos encontramos en el centro.

–    Fui al banco y había una sola caja abierta. Y el cajero atendía a una señora que iba a pagar una cuenta, luego a un cliente, después a un señor que iba a pagar otra cuenta, y así.. ¿Te das cuenta? ¡UNA SOLA CAJA!. – subraya.

Después va con la familia a una farmacia y tienen que esperar diez minutos a que el único cajero atienda a las diez personas que esperan su turno con la mercadería en los brazos.

–    Reclamo y se disculpan diciendo que es por las vacaciones del personal. ¿Te das cuenta?, repite – ¡Todo el mundo sale de vacaciones en esta época!.

No deja de tener razón. Aunque pienso quien se habrá quedado reemplazándolo a él en este tiempo en su puesto. Por lo demás es comprensible que la gente desee tomar sus vacaciones en este tiempo con la familia: la playa, el campo, la montaña, tal vez un viaje al sur.

Pero este no es un problema nuevo.

Recuerdo que hace alrededor de cuarenta años, mi padre, escribió un artículo en el antiguo diario La Provincia, en el que describía la llegada del Fin del mundo y Dios enviaba a todos sus arcángeles a comunicar la noticia a distintas partes del planeta.

Los ángeles cumplieron con eficiencia y rapidez su misión y al poco tiempo estaban de regreso. El único que faltó a la cita fue el enviado a Chile.

Hasta que el mensajero, apareció aleteando cansado y todo despelucado, para dar cuenta de lo que había ocurrido:

 “Le contaré mi odisea – dijo el ángel, sacándose la aureola y abanicándose con ella – Yo sabía que el canchito era difícil; esos chilenos siempre han sido la gente más desordenada del mundo; no tienen plata ni para sal pero nunca les falta para andar paseando, tomando, tirando facha y armando enredos. Apenas llegué me puse a mi labor y, para empezar por un orden jerárquico, busqué al Presidente; primera pifia, este señor andaba discurseando no sé dónde, en cambio estaba de visita el Presidente de Pakistán.

Los Ministros estaban repartidos en balnearios y termas; los Subsecretarios en concentraciones políticas o en conferencias por medio mundo. Los habitantes de Santiago se habían ido a provincias y la ciudad estaba llena de delegaciones de huelguistas, estudiantes, equipos deportivos y artistas de todo el país. Gran parte de los chilenos andaba en comisión de servicio en el extranjero, otros becados como estudiantes o para perfeccionarse en cualquier cosa. Con decirte, Señor, que un ingeniero de vialidad que no tiene un peso para tapar un hoyo, anda estudiando las autopistas yanquis. En fin, los habitantes del Sur estaban todos en las playas del norte y los del norte en la región de Los Lagos”.

De manera que Dios debió postergar el acabo de mundo.

Los antiguos ovallinos deben recordar cuando en verano iba a una tienda de esas tradicionales en la ciudad la encontraba cerrada a machote. Y en la puerta un papel que informaba: “CERRADO POR VACACIONES DEL PERSONAL. HASTA EL 28 DE FEBRERO”.

En la actualidad, aunque la llegada de las multitiendas ha cambiado esa situación y los negocios no cierran en esta época,  la situación es muy similar. Las cosas funcionan precariamente. Usted concurre a una oficina a hacer un trámite, pregunta por el jefe, y le dicen que está de vacaciones.

–    Si quiere lo puedo comunicar con el subrogante – dice la secretaria.

Y así. También puede que sólo esté el “subrogante del subrogante”.

Chile en esta época está en manos de subrogantes.

Ahora Dios, que suele escribir con renglones torcidos como asegura Torcuato Luca de Tena, tal vez para irnos despertando, en los últimos años nos ha sacudido con todo en la época de vacaciones. Fue así que en febrero del 2010 (si usted quiere el 27/F) nos sacudió con un terremoto y tsunami, y ahora en medio del verano, nos deja la zona centro sur convertida en un infierno, obligando a medio Chile a abandonar las vacaciones y volver al trabajo.

En lo personal, me da lo mismo la fecha del año que saque mi descanso, pero la familia no piensa igual.

–    Papá, ¿adónde vamos a ir de vacaciones este verano?  Hace tiempo nos estás prometiendo que nos vas a llevar al sur – dice una de nuestras hijas.

–    No, mejor a la playa. A las niñas les encanta la playa – dice la otra.

La Gorda, mi esposa mueve la cabeza. Es que ella sabe que donde sea igual va a estar haciendo el almuerzo, la camas, barriendo el patio y todo eso. Mientras yo leo, veo películas en la televisión o escribo en el computador.

¿El sur, la playa?, pienso.

Creo más bien, un lugar donde no haya comunicación telefónica o internet, y no recibir de pronto una llamada del jefe desde Ovalle, anunciándote:

–    Perdona que te interrumpa las vacaciones Mario, pero tenemos un problema y vas a tener que regresar…

Tal vez el Tibet, Tombuctú… ¿Habrá comunicación telefónica en Nepal?  Acepto sugerencias.

Mario Banic Illanes
Escritor

 

OvalleHoy.cl