InicioultimasArtes y CulturaTenemos que conseguir que nuestros niños pierdan el temor de abrir un...

Tenemos que conseguir que nuestros niños pierdan el temor de abrir un libro

La Lobita, mi nieta menor, a sus 20 meses de vida ya sabe identificar la letra “A”. Y eso me tiene orgulloso.

Donde va, apunta con un dedo cuando identifica una escrita en alguna parte: “AA”, dice feliz porque sabe lo contento que eso me pone.

También me tiene optimista su relación con los libros.

Todas las mañana se las arregla para sacar un libro de los míos que dejo sobre la mesa del comedor (a veces todos) y luego lo revisa sentada en el suelo. Hoja por hoja, hasta que descubre la foto mía en la solapa:

–    Tata, Tata – dice feliz, apuntándola con el dedo.

A la Gorda, mi esposa, sin embargo la preocupa que vaya a dañar alguno de los libros, lo raye, o que vaya a arrancarle una hoja.

–    Deja esos libros, que los vas a hacer pedazos – le llama la atención.

Pero qué importa. Lo fundamental es que ella desde pequeñita se acostumbre a estar con libros, a manosearlos, conocer su olor, hojearlos hasta que un día dé el gran salto y se atreva a leerlos.
Y eso es lo que quiero para nuestros niños. Que aprendan a conocer los libros, a perderles el miedo. A saber que en ellos hay un mundo infinito de entretención, de conocimientos, de sabiduría.

Nadie podría desconocer el valor de la lectura y de la literatura, y la importancia que tiene para la sociedad. Todo el quehacer del mundo actual gira en torno a la lectura – incluso la ciencia – y de la relevancia de fomentar esta en los niños desde sus primeros años. Labor que recae en sus padres y luego en sus profesores. Joven que tiene problemas de comprensión lectora por falta de estímulos, en el futuro estará en franca desventaja ante otros que sí la tengan.

Pero se hace muy poco para avanzar en ese sentido. Al contrario, se retrocede y los libros pierden espacio ante los celulares, los notebook, los computadores, los videos juegos y hasta la televisión.

En Ovalle la celebración del Día del Libro y la Lectura pasó casi inadvertida.
Esfuerzos aislados (como el de la escritora Nancy Mendoza) o ese mini stand de la Dibam en la Plaza de Armas para intentar atraer nuevos socios lectores para el recinto, son claramente insuficientes .

Hubo teatro, danza, música, deporte, anunciado con grandes lienzos, pendones multicolores distribuidos por la ciudad. Pero una gran actividad que apuntara al Día del Libro y fomento a la lectura, nada similar.

Y claro, después nos lamentamos del poco interés de nuestros niños y jóvenes por la lectura; y, lo que es peor, su poca capacidad de comprensión de lo que lee y unas redacciones y ortografías deplorables.

Pero la culpa no es de los niños. La culpa es de los padres, luego de los profesores y al final , aunque no menos importante, de las autoridades.

Es por eso que estoy orgulloso que mi nieta menor, a su año 8 meses muestre estos atisbos de interés por familiarizarse con la lectura y con los libros.

Aunque la Gorda se inquiete:

–    Deja esos libros del Tata que los vas a hacer pedazos!!

Pero que importa ¿no?

Mario Banic Illanes
Escritor

OvalleHoy.cl