InicioOpiniónCarta al DirectorUna Carta a mí mismo.

Una Carta a mí mismo.

Señor Director:
Esta noche, alrededor de las 21. 30 horas regresábamos con mi esposa del departamento de nuestra hija mayor cuando por calle Yungay, en la población Fray Jorge, pasa por nuestro lado un automóvil oscuro con alerones a gran velocidad en dirección poniente.

Unos metros más adelante lo hacen dos buses de la empresa SerenaMar, casi juntos, en la misma dirección a una velocidad impresionante.

A esa hora, en la oscuridad, ¿sus conductores hubieran sido capaces de reaccionar oportunamente si se les cruza un niño, un anciano, o  una persona cualquiera?  Imposible en una máquina de ese tonelaje.

Cuando en el mes de marzo se anunció que en nuestra calle, a pocos metros de estos hechos, sería instalado un lomo de toro, todos los vecinos del barrio que a diario sufrimos este problema de la irresponsabilidad de algunos conductores, nos alegramos de eso. Nos damos cuenta que no es la solución ideal, pero era un mal menor y necesario.

Sin embargo con sorpresa supimos que en la lista definitiva de resaltos instalados en la ciudad habíamos desaparecido. Y el anunciado para la calle Yungay, había misteriosamente aparecido instalado en la calle Jorge Edwards, dos cuadras mas abajo (ver imagen). Una calle que tiene la mitad de la circulación vehicular que la nuestra.

Una fuente extraoficial me informa que esto obedece a que la Subsecretaría de Transporte rechazó el resalto en la calle Yungay porque , el artículo 200 de la Ley de Tránsito  precisa que no puede instalarse un lomo de toro a menos de 30 metros de una boca calle… ¡Y nuestra Yungay está llena de pasajes en toda su extensión!

Bueno, cuando un señor de estos que mencionaba al comienzo de esta carta atropelle y de muerte a una persona por su irresponsabilidad, habrá entonces  que ir donde su familia para decirle. “La muerte de su ser querido es por el respeto al artículo 200 de la Ley de Tránsito. Nuestras sentidas condolencias”.
La Ley, se dice, tiene letra y tiene espíritu. Y aquí alguien se está aferrando con dientes y muelas a lo primero, pero sin tomar en cuenta lo segundo: el espíritu. Ese que dice que cuando prima un bien superior, como es la protección de la vida, siempre es posible hacer excepciones.

Mario Banic Illanes.

OvalleHoy.cl