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Violación auditiva de Derechos Humanos

Pasaba por la Plaza de Armas de Ovalle al mediodía de hoy  29 de mayo. Una mañana fría, donde el sol apenas entibiaba el aire. Los colores del otoño le vienen bien a la plaza  y nada me impedía quedarme sentado en alguna banca del corazón de la ciudad.

Cuando apenas puse un pie en la plaza se oyó a lo lejos como un hombre realizaba sonidos guturales, gritos desordenados incoherentes en un parlante enorme a volumen alto. Me costó un par de metros darme cuenta que los gritos correspondían a un canoso varón de terno.

Una biblia en la mano y en la otra el micrófono pegado a los labios. No modulaba y encima estaba enojado con no sé qué, sólo se oía algo de Dios, sangre, unas serpientes y un desierto. Cosas que repetía incansablemente con otros ruidos molestos,  muy molestos.

Profesar la fe es un acto de libertad que todos podemos ejercer. Creer o no en Dios, es una decisión personal que se toma con el tiempo. Aunque algunos no tienen la opción y son criados a la usanza tradicional de estas religiones conservadoras.

Sería un mentiroso si digo que no me molestan cuando llegan a las 9 de la mañana los domingos a golpear las rejas y agitar a los perros con su invasiva presencia en masa. Sería un mentiroso si digo que estoy de acuerdo con sus doctrinas, como dejar en un segundo puesto de importancia a la mujer, que la homosexualidad es una enfermedad de degenerados, que la mujer no puede decidir sobre su cuerpo y que debe tener el hijo a pesar que la niña tenga 12 años y haya sido violada. O que algunos apoyen a seres nefastos como el Pastor Soto.

Sé que es moralmente incorrecto debatir de religión en esta sociedad de mente estrecha. Pero, siento que estos tipos vulneran los derechos humanos de vivir en paz y a la protección de la libertad de conciencia y de religión. No pueden empujar, con un parlante que sonaba más fuerte que la música de la plaza, sus propias creencias a personas que quieren pasear, alimentar palomas, hacer nada.

Cuando voy a la plaza de armas, voy porque es un lugar abierto, de libre expresión, donde la libertad termina donde comienza la del otro y este tipo no respetaba la libertad de nadie. Existen lugares destinados para que las personas profesen su culto, sea cristiano, budista, satánico ó católico. Y no hay problemas en que se manifiesten en lugares públicos. Siempre que exista un respeto por los ciudadanos. Respeto que a mi parecer no existe de vuelta. Yo respeto su religión, pueden creer en lo que quieran. Pero, ellos deben respetar también que no todos queremos creer en su Dios y que no pueden poner un parlante en medio de un lugar público para meternos a la fuerza sus conceptos.

No podía decir que el caballero estaba hablando algo esperanzador, que era un guía en la vida, que daba consejos para los perdidos, consejos para caerle bien a dios o ideas de un mundo nuevo. Eran sendos gritos horribles en un parlante acoplado a todo volumen en medio de la plaza de mi ciudad.

No quise hacer la denuncia a carabineros porque no estoy seguro de la legislación por ruidos molestos, pero si estoy seguro que este sujeto me hizo pasar un momento ingrato.

Tuve que devolverme molesto al trabajo con la sensación de haber sido violado auditivamente en mis derechos humanos.

Un ovallino*

*Nota de la Redacción:

El firmante nos ha solicitado reservar su identidad, la que comprobamos debidamente. Al ser un debate sobre libertades, respeto y tolerancia, con la finalidad de evitar ataques personales y que la discusión se centre sobre los argumentos de fondo, accedimos a su petición.

El Director

OvalleHoy.cl