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Para qué le voy a decir una cosa por otra… le tengo terror a los temblores

Es conocido el terror que tengo de los temblores. Para que decir de los terremotos. Y eso es algo que lo he confesado en numerosas ocasiones en estas mismas páginas. Ante cualquier movimiento telúrico me levanto de inmediato y salgo disparado en dirección a la puerta más cercana, cualquiera sea la hora del día o de la madrugada.

Luego, desde la seguridad de la calle, doy instrucciones a gritos a mi familia para ponerse a salvo.

– Gorda, saca rápido a las niñas, apúrate mujer …

A menudo eso constituye en todo un espectáculo para los vecinos que me observan desde sus puertas y ventanas, en especial los más pequeños.

– Miren el vecino. Otra vez salió en calzoncillos – escucho decir a uno hablando a sus padres.

En los últimos días he visto que la televisión destina gran parte de los espacios de sus noticieros para informar en detalle de cualquier desastre que ocurra en cualquier lugar del mundo . Por ejemplo del lamentable terremoto en México, o los estragos del huracán de turno en una isla de centroamérica. Me duele como el que más esas tragedias que afectan a tanta gente y entiendo que se informe de ello, pero a veces me parece excesivo y hasta morboso ese desfile tan prolongado de imágenes de destrucción, mostrando el dolor de esas personas que sufren.

Eso lo puedo entender, sin embargo. Es la necesidad y casi la obligación de informar.

Lo que no entiendo y detesto en cambio, es a quienes utilizan las redes sociales o los medios de comunicación para causar pavor en la comunidad anunciando la proximidad de un nuevo fenémeno telúrico o deciden compartir a traves de sus redes de amigos las declaraciones de la brujita de turno, o del vidente brasileño que predice el siguiente terremoto con el altruista objetivo de «mantenernos preparados». Eso mientras cobran un suculento cheque de la televisora que los ha invitado para entrevistarlos.

Sin pensar en el daño sicológico que infligen a millares de espíritus sensibles, muchos de ellos niños, que no tienen capacidad de racionalizar la información que reciben.

– ¿Es verdad papá que el mundo se va a terminar el 23 de septiembre? – llegan a preguntarle a su progenitor´.

– ¿De donde sacaste eso? Son tonterías.

– Lo andan diciendo los niños en el colegio…

– No hagas caso, eso no es verdad…

– Pero sale en internet, que un planeta chocará con la tierra. Además anoche lo dijeron en la tele.

Y no obstante los esfuerzos que hace el padre para desvirtuar esa información, es dificil de hacer. Es que salió en la tele, apareció en internet, hoy verdades irrebatibles para los nativos digitales.

De ellos, supongo que se encargará el Consejo Nacional de Televisión.

En lo personal, moderna versión de Catón (el viejo), en  los últimos días he borrado a dos o tres amigos de facebook que han contribuido de manera contumaz a esta práctica alarmista. Ya en los meses anteriores habían corrido igual suerte otros diez, tal vez quince, que incurrieron en lo mismo. Compartir información de terceras personas levantada de manera irresponsable.

Con algunos he conversado previamente y les he explicado con peras y manzanas la necesidad de, antes de compartir cualquier tipo de información, revisar previamente su seriedad y veracidad. Personas buenas, serias e inteligentes. Y cuando creía que lo habían entendido, insisten en lo mismo..

Entonces, en beneficio de mi salud mental, de los míos y de mis buenos amigos… fuera de mi muro!!

Es verdad que entre las víctimas de esa purga han caido inocentes. Es decir amigos a quienes un archivo malicioso ha hecho compartir un contenido que ha llegado hasta mi muro, sin que ellos lo sepan .

Su pecado ha sido caer en la trampita de facebook de, por ejemplo, «Diga Amén para orar por las víctimas de México». «Si no cree en la Virgen elimine este mensaje y no lo comparta». Y ellos, condolidos por lo que ocurre en México escriben «Amén» o por temor a que la Virgen sepa que la han negado, comparten el mensaje insertandose en una cadena conocida como «phishing» que es un método que los ciberdelincuentes utilizan para engañar y conseguir la información personal de los cibernautas.

Yo no participo en cadenas de ningún tipo, y he aconsejado a mi familia y amigos que tampoco lo hagan.

Una que lo ha entendido así, es la Gorda, mi esposa, que apenas ve aparecer a un tal Salfate en la televisión cuando estoy haciendo zapping en la noche, ordena de inmediato:

– Cambia eso.. ¿porqué ves esas cosas?.

– ¡Pero Gorda, si ya lo iba a cambiar!

Es que yo a la Gorda le tengo mas respeto que a los temblores. Porque es ella la que en esos casos pone en la familia la tranquilidad y la cordura.

Y es la que grita hacia la calle:

– Ya, pelao, entrate de una vez a la casa. Mira que estás haciendo el ridículo allá afuera.

Por eso cada día al levantarme, lo primero que hago es revisar facebook para saber si se ha acabado el mundo, y comprobar con alivio que todo sigue ahí, igual.

 

Mario Banic Illanes
Escritor

OvalleHoy.cl