Nuestro columnista Carlos Francisco Ortiz, desmenuza el concepto y revisa a los autores clásicos para entregarnos algunas ideas básicas sobre el concepto de «Poder», esa fuerza «ineludible y que está en cada uno de los ámbitos de las relaciones humanas, como en un juego de ajedrez».
“Que los actos del poder humano tengan que ser actos conscientes no significa, ni presupone, que sean actos totalmente racionales. En efecto, muchos actos humanos son conscientes y racionales en su ejecución, pero inconscientes y/o irracionales en su motivación, sin dejar por ello de ser actos del poder humano” (Rafael Calduch Cervera)
Detrás de las muchas causas, por cierto del todo válidas y legítimas, que gatillaron el estallido social del 18-O, existe un fenómeno que es ineludible en la comunicación humana, el cual crea y da forma a nuestra realidad social, e inclusive, a nuestra condición humana, sin embargo, su real enseñanza se tiene reservada exclusivamente para las llamadas clases privilegiadas de un país. Me refiero al fenómeno del “Poder”, cuyo desarrollo sería de una gran extensión, sin embargo, es posible esbozar algunas ideas.
La Cratología
La cratología, es la ciencia que estudia el poder, su esencia y cualidades, diferentes tipos, formas, estructuras, mecanismos y tecnologías. Sus teorías y conocimientos vienen desde Aristóteles en su libro Política, pasando por Michael Foucault y sus estudios sobre el poder, hasta Moisés Naim con su libro El fin del poder.
La cratología nos enseña, por ejemplo, que el poder tienes leyes que le son propias en cuanto a sus efectos y aplicación práctica en las relaciones humanas. Obra maestra son las llamadas “48 leyes del Poder” de Robert Greene. Su obra contiene las más descarnadas descripciones del poder, dejando de manifiesto, la forma como se mueven y se consolidan los poderosos para conquistar y mantener el mando.
Las leyes del poder son una interpretación de la evolución humana usada con la finalidad de permitir al hombre desarrollarse al más alto nivel de confort que pueda alcanzar en su marco social durante su paso transitorio por éste mundo, puesto que, aquel que se rehúsa mirar de frente a una muerte cierta, sólo posee una sabiduría aparente. Pues el uso del poder es endémico en los seres humanos, como seres sociales y gregarios que somos. Nuestras propias vidas dependen de nuestras relaciones con las personas. De ahí la necesidad de conocer las leyes del poder.
La cratología, de igual forma nos lleva a comprender las palabras del El estadista inglés Benjamín Disraeli, que sostuvo: “el mundo está gobernado por personajes muy diferentes a los que creen los que no ven más allá de sus ojos“.
De hecho, el mundo en sí está dirigido por una Criptocracia o Gobierno invisible. Un submundo formado por todas aquellas sociedades secretas o discretas – la Orden de Malta, los Caballeros de Jerusalén, el Opus Dei, Skull and Bones, Bohemian Club, Club Bilderberg, Sociedad Mont Pèlerin, entre otras –, que ordena y controla a los Gobiernos, los Estados nacionales, los Organismos Internacionales, los grandes conglomerados e industrias transnacionales, la ciencia y la tecnología, el aparato militar y policial, etc. Todo ello bajo un particular aforismo: “Si quieres ocultar algo ponlo a la vista de todos”. Por ejemplo, para el caso chileno: “un régimen neoliberal solapado en una pseudo constitución democrática”.
La criptocracia existe porque es ella quien se encarga de generar las condiciones para para formar un pueblo ignorante, intelectualmente ciego y potencialmente violento – para justificar así la represión, el mando y la obediencia –, puesto que conocen que en el hombre predomina la animalidad y la irracionalidad, más que el intelecto y la racionalidad. Charles Dickens dijo: “el hombre es un animal de costumbre”. Es en virtud de ello que nos condicionan.
El principal capital e insumo de la criptocracia, es el conocimiento y la información, toda vez que Francis Bacon señaló: “el conocimiento es poder”; y aún, pudiendo poseer muchos recursos de otra naturaleza (económicos, financieros, humanos, militares, etc.), sin conocimiento, difícilmente podrían mantener su dominio sobre el pueblo. De ahí su interés por condicionar y mantener al pueblo en la ignorancia.
En suma, la cratología nos enseña que la historia del hombre se resume en una ecuación con dos elementos: mando y obediencia. Unos mandan o ejercen el poder y otros son mandados o sometidos al poder, lo cual existe como una constante universal en la naturaleza de las relaciones humanas. En tal sentido Karl Friedrich concluía que el poder “es una reacción humana en la cual el líder y sus secuaces están unidos por el logro de algunos objetivos comunes, en parte por el consentimiento y en parte por la coacción”. Por su parte, Paulo Freire, en relación a mando y obediencia, dirá: “el poder debe alojarse en la cabeza del dominado y llevarle a considerar como natural lo que desde el nacimiento se le está imponiendo”.
Thomas Hobbes y Nicolás Maquiavelo
Thomás Hobbes decía que los hombres estamos impulsados por un “perpetuo e incansable deseo de poder que cesa sólo con la muerte”. Hobbes estaba en lo cierto, pues el afán por el poder ha sido una característica permanente del ser humano a lo largo de los tiempos, de hecho, la organización humana y la vida humana misma se hizo en torno al poder desde épocas inmemoriales, pues el hombre está movido por la incesante búsqueda de poder, en cualquiera de sus modalidades: mando político, prestigio, fama, riqueza, conocimientos, fuerza física, amor, reconocimiento, etc., y ellas no son más que las distintas expresiones del poder que anhela.
Nicolás Maquiavelo, quién escribió “El Principe” en 1513, con respecto al poder dirá que “es algo natural, es fuerza”. Por consiguiente, los hombres deben ser tratados como lo que son, no como debieran ser.
La teoría política de Maquiavelo, siguiendo a Francisco Piñón Gaytán, está ubicada en un ambiente donde lo que predomina es el Señor, es el dominus, es el regnum de este mundo, donde ya no se pueden gobernar los Estados con base en «padres nuestros». El poder ya es terrenal, es mundano y, por consiguiente, debe medirse con reglas diferentes. El tratado político ya no es un «tratado de las virtudes» como lo era en la Grecia de Platón y Aristóteles.
Maquiavelo, nos muestra en todo su esplendor la Florencia de los Médicis. Es la Florencia donde diversos bancos se adueñan de la situación económica y, por lo tanto, de la política de Europa – nada distinto a lo que ocurre en Chile -. Por tal razón, el humanismo de Maquiavelo es crudo, es un humanismo de este mundo, tal vez no del mejor mundo, pero nuestro, totalmente nuestro, sin las hipótesis de Dios o de la Trascendencia. Es ahí donde Maquiavelo observa, admira y describe el poder.
El concepto concreto de poder de Maquiavelo no pide ni necesita la hipótesis de la trascendencia. Es simplemente la conciencia de tener un poder eminentemente temporal y terrenal. No es que Maquiavelo confunda el bien con el mal – como lo hace transversalmente la clase política chilena – al contrario, afirma simplemente que en este mundo, con esta sociedad, con estas gentes hipócritas, resbaladizas, oportunistas, proclives a la codicia y ansiosas de riqueza, no nos queda sino aceptar que un príncipe que desee el poder, para ello debe aprender a no ser bueno. Y, correspondiendo al pueblo, en el caso chileno, erigirse en Principe Soberano, debe aprender de Maquiavelo.
Maquiavelo descubre en la política el mismo juego de fuerzas naturales, así los Estados no son sino relaciones de fuerzas. Por ello, el príncipe debe estar en la tierra: ya no debe ser filósofo o santo, debe ser temido más que amado y debe ser, sobre todo, efectivo.
En definitiva, para Maquiavelo el poder es la capacidad de obligar a otros a la obediencia, y en el ejercicio del poder rechaza cualquier norma ética o moral en favor de la razón de Estado y la eficacia. Todo es válido en la práctica del poder.
Hubris
David Owen en su obra “En el poder y en la enfermedad”, analiza en llamado Síndrome de Hubris, o enfermedad del poder. Owen dice: “Hybris no es todavía un término médico. Su significado más básico se desarrolló en la antigua Grecia… En su célebre pasaje del Fedro de Platón se define así la predisposición a la Hybris: “Si se trata de un deseo que nos arrastra irrazonablemente a los placeres y nos gobierna, se llama a este gobierno intemperancia (Hybris)”.
Hubris, hace referencia a las acciones crueles, vergonzosas y humillantes de un personaje poderoso, cometidas por mero placer, volviéndole un ser arrogante y de una autoconfianza fuera de toda lógica, que inclusive lleva a la persona, a un desprecio sin piedad de los límites divinamente fijados sobre la acción humana.
En la mitología griega, la diosa Némesis era la encargada de castigar a las personas que sufrían Hybris, y causaba su caída por los actos cometidos. Así se presentan, como ejemplos de Hubris, a Ícaro, que se atrevió a desafiar al sol volando directamente hacia él, y al rey persa Jerjes, que ordenó azotar al mar porque una tormenta destruyó sus buques.
El poder al ser una adicción, hace que el Síndrome de Hubris se manifiesta en personas que consiguen mucho poder, de cualquier tipo, en un corto tiempo y no poseen las condiciones psíquicas adecuadas para gestionarlo, puesto que el poder no siempre está en manos del más capaz, pero quién lo ostenta y padece del Síndrome de Hubris así lo cree y termina comportándose de manera narcisista y prepotente.
El Síndrome de Hubris es sin duda una amenaza cruel para los poderosos en cuanto a su capacidad de manejo del poder y especialmente en su claridad y sanidad mental para participar en condiciones óptimas en el proceso del poder.
Ejemplos de hubris: “estamos en guerra contra un enemigo poderoso”; “es como una invasión extranjera, alienígena… …vamos a tener que disminuir nuestros privilegios y compartir con los demás”; “Informe Big Data K-Pop… …Este tipo de estudios constituye una metodología eficaz y de uso común en las comunidades de inteligencia para el análisis de grandes volúmenes de información. En este caso, se trata de información de contexto sobre lo ocurrido en Chile a partir del 18 de octubre de 2019”.
La diosa Némesis, en ciertas ocasiones suele ser generosa ante Hybris, y entrega lecciones de cordura, como por ejemplo: “Yo soy un hombre feliz, y la verdad, no estoy en guerra con nadie”.
Ideas finales
Es posible concluir, conocidas algunas ideas básicas sobre el poder, que éste es ineludible y está en cada uno de los ámbitos de las relaciones humanas, por ello, tal como en un juego de ajedrez, cada uno de los movimientos de quienes participen en el proceso del poder, es decir, en el ¿cómo… se accede, se adquiere, se ejerce, se controla, y se influencia el poder?, particularmente para quienes luchan contra las dictaduras de ciertas criptocracias, deben tener por principio la obtención de un mínimas loss o un maximin gain, es decir, la minimización de la máxima pérdida posible, o, lo que es lo mismo, visto desde el otro lado, la maximización de la mínima ganancia posible.
Para la obtención de un mínimas loss o un maximin gain, ante la realidad del poder, es esencial el sentido de la anticipación, porque hay que prever todos los movimientos posibles; objetividad, por cuanto hay que estar pendiente de todos los ámbitos de la realidad en su conjunto; precaución, para no caer en la precipitación; paciencia, para saber esperar el cambio favorable que permita actuar; perseverancia, en el intento de mejorar cada día la propia capacidad de poder; y por último, “aprender a ver circunstancias”, en lugar de, simplemente, el bien o el mal.
«Querido Claudio. He conocido listos que se fingían tontos y tontos que se fingían listos. Pero eres el primer caso que he visto de un tonto que se finge tonto. Te convertirás en un dios.» (Palabras de Herodes, en la Novela: “Yo, Claudio”, de Robert Graves).
Por Carlos Francisco Ortiz
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