El agua contribuye a que tengamos una estabilidad de funcionamiento del entorno, de los seres vivos y organismos que en el habitan. De allí, que miramos con preocupación que al desaparecer los glaciares, que a medida que la evolución demográfica eleve su demanda de agua, las sequías serán más frecuentes y por ende, se produzca cada vez menor disponibilidad de agua para riego y producción de alimentos, llevando a modificar las pautas de pluviosidad y el caudal de los ríos ratificado por el CEAZA; “los caudales tienen un déficit regional actual de 77% y los embalses, que están con un déficit de 93% aproximadamente” (boletín de abril de 2015). Además lo planteado por don Luis Pizarro G, Presidente de la Asociación de Canalistas del Embalse Recoleta, quien afirma “al día de hoy no contamos con agua ni siquiera para fijar las entregas de la próxima temporada” (Ovalle Hoy, junio de 2015).
Esto es delicado, ya que, se pone en peligro el valor de los “servicios eco sistémicos” que obtenemos de la naturaleza, como dijimos anteriormente el agua, es un servicio de aprovisionamiento como un servicio de regulación, que gobierna el clima y la meteorología y con ello permite el funcionamiento de nuestro planeta, hace que se tengan que tomar medidas reales como ser; las plantas desaladoras que si bien tienen un costo bastante alto (inversión total del proyecto es aprox., de 5.400.000 millones de dólares, donde cerca del 50% del costo de operación es energético), pero ayudan a los sectores más deficitarios.
Necesitamos avanzar con urgencia y en forma enérgica en el proceso de reconversión agrícola (apoyados por el Estado a través de las instituciones que existen para generar una agro industria y la reforestación (con especies nativas en tierras del Estado o de particulares), como ser, el Schinus Molle, o nuestro popularmente conocido árbol del pimiento, que ya está presente en toda la región, desde los tiempos prehispánicos y que puede transformarse en una especie altamente productivo y melífero, por cuanto se puede utilizar entre otros para: crear goma de mascar, colorante para tejidos y pieles, implementos de madera, en la cosmética como enjuagues bucales, fabricar barnices, miel, insecticidas, aplicaciones en el área medicinal entre otros.
Todo esto requiere de voluntad de nuestras autoridades públicas y audacia de nuestros emprendedores, para así, asegurar la futura sobrevivencia del sector agrícola con políticas reales y a la vez ayudaría en nuestra región a disminuir la huella de carbono a las futuras actividades industriales y mineras de la zona.
OCTAVIO ÀLVAREZ CAMPOS
PROFESOR DE HISTORIA Y GEOGRAFIA
COQUIMBO