Don Ramón Araya y su familia encendieron la noche de este miércoles la ornamentación de su hogar, convirtiendo su casa en un faro navideño que atrae a cientos de personas, manteniendo viva una tradición que nació del sentimiento familiar de compartir la alegría festiva.
La Navidad ya tiene su epicentro de calidez y luz en la Población Esperanza de Ovalle. Fiel a una tradición que se extiende por más de dos décadas, don Ramón Araya y su familia encendieron la espectacular ornamentación de su hogar, un esfuerzo particular que se ha transformado en un hito comunitario y un atractivo imperdible para la comuna.
Cientos de vecinos se congregaron para disfrutar de la iluminación, en una jornada que contó con la presencia y el reconocimiento de autoridades locales.
El creador de esta tradición, Ramón Araya, explicó que la iniciativa es un legado que busca propagar el espíritu navideño más allá de un solo día. «La inspiración son mis padres. Ellos y yo siempre celebramos la Navidad cuando éramos chicos, y yo seguí esa tradición con mis hijos. Siempre he pensado que la Navidad no debe ser un solo día; tiene que ser un tiempo para que disfruten los niños, los papás y los adultos mayores. Nosotros lo hacemos para que la gente tenga espíritu de la Navidad».
Don Ramón relató cómo la iniciativa creció con el tiempo. «Compramos el árbol más grande que había en el mercado y es el que tenemos en la casa. Primero empezamos solo a decorar el interior. Después, como ya no me quedaba espacio, empezamos de a poco a decorar afuera. No tengo la cuenta de cuántas luces ponemos, pero tengo más para instalar, aunque este año empecé un poco más tarde a decorar por estar ocupado».
Reconocimiento Municipal
El alcalde de Ovalle, Héctor Vega Campusano, participó en el encendido de las luces y entregó un galvano recordatorio a don Ramón Araya y su familia por su invaluable aporte a la comunidad. «Llegamos hasta acá, a la Población Esperanza, para ver el encendido de esta casa navideña. Es una casa que ya es una tradición para nuestra comuna, y venimos a felicitar a don Ramón Araya y a toda su familia, quienes han estado trabajando por más de 20 años para entregar esta alegría a todos los habitantes del sector”.
Agregó que “hemos visto como se junta gran cantidad de personas que vienen a disfrutar de la Navidad. Esperamos que toda nuestra gente de la comuna se impregne de este espíritu navideño y que tengan estas grandes iniciativas, especialmente porque le entregan una alegría a nuestros niños. Solamente felicitar a la familia de don Ramón por todo el esfuerzo, el trabajo y por entregar un momento de dedicación a todos nuestros niños para esta fecha tan especial que es la Navidad
Tradición que conecta a la comunidad
La casa de don Ramón no solo atrae a los vecinos de la Población Esperanza, sino que se ha convertido en un punto de encuentro para toda la parte alta de la comuna, como lo demuestran los testimonios de los visitantes.
Mariela Ortiz Huerta (vecina del sector) destacó la intención de fondo en el gesto de esta familia ovallina. «Me gusta mucho, todos los años vengo porque vivo acá a un paso. Está muy bonito, siempre vengo con mis nietas y mis hijas; mi familia todavía viene acá siempre todos los años. Es muy, muy lindo esto que se le ocurrió a él, muy hermoso para toda la comunidad de acá de la parte alta. Todos vienen para acá, y es mucho el cariño que le tienen, porque también les da golosinas.»
La iniciativa es valorada por las nuevas generaciones, como Caterina Gajardo, de Villa Amanecer. «La encuentro bonita y es una tradición que nos hacen ellos como de corazón, creo. Empecé a venir desde el año pasado porque me hice amiga de la hija de la dueña de casa.»
Incluso los niños comparten sus peticiones navideñas mientras disfrutan del espectáculo. Rodrigo Gajardo Tapia pidió «unas cartas de lujo, llamadas solarcart, y un juego de canicas», mientras que Martín Dubó, que llegó con su familia, solicitó «ropa, zapatos de fútbol y una figurita de acción.»
El gesto de don Ramón Araya demuestra que el verdadero espíritu navideño reside en la voluntad de compartir la alegría y la luz con los demás, manteniendo viva una tradición que enriquece la vida social y emocional de la Población Esperanza.
