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¡Ten cuidado Mario, que por ahí te anda buscando el tipo del circo!

Es una de las bromas que algunos de mis amigos me hicieron durante la semana pasada cuando me encuentran en la calle, gritándome de una vereda a otra.

–    ¡Ten cuidado Mario que por ahí te anda buscando el tipo del circo!

Se refieren al incidente que tuve con el chofer de una camioneta que circulaba por las calles de mi población haciendo publicidad al circo Las Águilas Humanas, y que cada cierto tiempo se estacionaba durante largos minutos para repartir volantes con los parlantes a todo volumen. Pensando en escribir más adelante algo sobre la contaminación acústica en la ciudad, le saqué un par de fotografías.
Eso no gustó al hombre que se aproximó para sacarme de un viaje toda la parentela (incluida la mamita) a gritos y visiblemente sulfurado. Eso ante el asombro de los vecinos del sector.

Conté la anécdota en un artículo  en el diario, y eso motivó reacciones de simpatía de la gente y también las bromas.

Pero a unos y otros les he dicho lo mismo. Lo de los insultos es sólo una anécdota. Lo realmente de fondo es la enorme contaminación acústica existente en la ciudad.
Eso con la complicidad de la Municipalidad de Ovalle y de carabineros.
Eso porque hay normas claras que regulan esa contaminación cuya fiscalización debería ser efectuada por el municipio y la policía uniformada. ¡Pero no lo hacen!. Entonces uno se pregunta ¿para qué están las leyes, para qué están las ordenanzas, si los encargados de hacerlas cumplir no lo hacen? ¿No es eso acaso notable abandono de deberes, o al menos negligencia?

Durante la semana dos personas destacadas de la ciudad conversaron sobre el tema conmigo en el centro, contándome sus respectivas experiencias. Desde hace largo tiempo, dicen,  ellos y sus familias han sido víctimas de este flagelo, y que no obstante sus reiterados reclamos, estos no han sido escuchados.

Vendedores ambulantes que usan altoparlantes en las calles céntricas, músicos en el paseo peatonal con equipos fuera de toda norma; locales comerciales que en las puertas instalan bocinas para emitir música o anunciar los beneficios de sus productos y ofertas.

El denominador común de todas las denuncias es similar: Quienes viven o trabajan alrededor suelen reclamar por esto, y la autoridad resuelve acercarse al infractor, para pedirle que baje el volumen. Estos obedecen durante un tiempo y al cabo de unas horas, o al día siguiente vuelven a lo mismo. ¿Alguien les llama nuevamente la atención? ¿Alguien los multa, ya no por la infracción al reglamento, sino por el desacato a una orden de la autoridad?. Para nada. Pasan frente y se hacen los desentendidos, como diciendo “ya cumplí” y no me hicieron caso.

También el uso del “perifoneo”, esto es la publicidad con parlantes móvil por las calles,  debería estar reglamentada. Primero reservada sólo a eventos de carácter social y no comercial ;  y aun en estos casos a un volumen razonable, y que si el vehículo se detiene, silenciar los parlantes. ¿Se imagina si todos los comerciantes de la ciudad para aumentar sus ventas sacaran a las calles el auto con una bocina en el techo?.

Pero la Municipalidad y carabineros (aunque pueda parecer un juego de palabras) hacen oídos sordos a tanto reclamo y no ponen coto a una creciente contaminación acústica. Visitantes, viajeros por distintos lugares, me han comentado que Ovalle debe ser una de las ciudades del MUNDO con mayor contaminación acústica. Superando incluso a países del Oriente Medio que se caracterizan por su comercio callejero.

Pero ¿quién se atreve a ponerle el cascabel al gato?

Mientras llegue una autoridad que sí lo haga sólo tengo que sonreír cuando alguien me grite desde la otra vereda:

–    ¡Cuidado Mario que por ahí te anda buscando el tipo de circo!!

Mario Banic Illanes
Escritor

OvalleHoy.cl