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Las contradicciones de Ovalle al cumplir los 185 años

Ovalle cumple 185 años de existencia en circunstancias muy especiales. Por una parte con la alegría natural de un aniversario y sus significados, pero por el otro lado, ensombrecida por el fallecimiento de don Patricio Aylwin, ex Presidente de la República, lo que ha forzado a prescindir de algunas de las actividades especiales de celebración.

Ahora,  sin la estridencia de los discursos, y desfiles, fuegos artificiales, y champañas destapándose, cabe hacer una reflexión en torno al presente y futuro de nuestra ciudad.

Coincidir en primer lugar en que las obras que crecen a nuestro rededor – nuevas poblaciones, edificios de altura, la habilitación de nuevas calles, la inminente construcción del nuevo Hospital, Consultorios de Salud, estadio Municipal, la llegada de inversionistas foráneos, crecimiento del parque automotor, etc –hacen imposible negar un crecimiento sostenido a pesar de las dificultades que hemos tenido que sortear en los últimos meses: terremoto, sequía, contracciones de nuestra economía , etc.

No se puede menos de asegurar que hoy estamos mejor que ayer, y que el año anterior.

Sin embargo hay insuficiencias  en ese crecimiento que es imposible soslayar.

Por ejemplo, en materia de seguridad, es un hecho irrebatible que Ovalle – con sus poblaciones invadidas por el micro tráfico y consumo de drogas – se ha ido convirtiendo en una ciudad cada vez menos segura. Jóvenes que roban para obtener recursos para financiar sus vicios, sin medir los medios ni las consecuencias para conseguirlo, nos muestran un escenario cada día más preocupante.

En salud tenemos graves problemas que no pasan precisamente por infraestructura, sino de quienes tienen a su cargo la atención primaria y secundaria. Marcada en especial por la cantidad de profesionales y especialistas que existen en la zona, claramente insuficientes para atender una enorme demanda y una población que envejece y crece año a año. Enfermos que esperan meses, e incluso años para una atención en la red, la que tal vez llegará cuando es demasiado tarde. Incluso el sector privado particular se ha visto colapsado. No me dirá que no le ha pasado que al concurrir a una consulta médica particular, esperando atención en el momento (al menos durante el día) le den una hora para la semana siguiente. Porque Ovalle decididamente no es una plaza atractiva para especialistas que pretendan llegar a prestar servicios, ni en lo económico ni en el desarrollo profesional.

Tanto o más grave que lo anterior es el crecimiento urbanístico desordenado que hemos tenido en las últimas décadas. Conjuntos habitacionales que son construidos en los extramuros y no son dotados de manera oportuna de los servicios básicos para que sus habitantes no tengan que concurrir al sector centro de la ciudad para satisfacer sus necesidades, congestionando de vehículos ( y “stress”) las arterias principales .

Una falta de regulación además en materia de construcción, donde cada persona que llega a la ciudad a hacer una inversión con una cartera llena de billetes bajo el brazo, construye donde y como se le ocurre, arrasando de paso  lo que quedaba del patrimonio arquitectónico. Es así como en los últimos años hemos visto desaparecer antiguas y queribles construcciones decimonónicas y en cambio surgir edificios que no son para nada un aporte, (algunos son incluso verdaderos adefesios) y que no tienen nada que ver con la identidad histórica de la ciudad.  Y lo que es peor, sin que ni una autoridad haya tenido la fuerza, la voluntad ni la visión de levantar normas que regulen eso.

Hace cincuenta años Ovalle era un pueblo atrasado, pero amable, querible. Hoy es un híbrido entre ese viejo pueblo que construyeron nuestros abuelos y una ciudad que busca posicionarse en el siglo XXI y en la modernidad.

La pregunta es si es posible conciliar las dos visiones. O aún es tiempo para que en adelante hagamos correcciones a ese modelo anarquico y podamos juntos construir ese Ovalle que queremos: una ciudad pequeña, moderna, pero al mismo tiempo armónica de la que nuestros hijos puedan sentirse orgullosos  y seguros.

M.B.I.

OvalleHoy.cl