InicioultimasOpiniónLa resistencia a lo nuevo, a los cambios siempre nos produce miedo

La resistencia a lo nuevo, a los cambios siempre nos produce miedo

Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la auto preservación.

El Papa Francisco nos hace este urgente llamado pero primero debemos preguntarnos si somos capaces de asumir todo esto, que significa adentrarse en las realidades más profundas que hoy día tocan: la secularización, el individualismo, la indiferencia, el nulo compromiso, pero sobre todo, la falta de dinamismo para ver con profundidad lo que hoy se vive en toda instancia, empresa, colegio, casa, familia, comunidad, política, trabajo.

El cambio a las estructuras, un deseo permanente, es como lo enfatiza el Papa “la vida cristiana no es un collage de cosas; no se pude ser cristiano en pedazos, a tiempo parcial; ser cristiano, al final, no significa hacer cosas, sino dejarse renovar por el Espíritu Santo, o , usando las palabras de Jesús, convertirse en vino nuevo. La novedad del Evangelio, añadió, es una novedad, pero en la misma ley que está en la historia de la Salvación, y esta novedad va más allá de nosotros, nos renueva y renueva las estructuras.”

La resistencia a lo nuevo, a los cambios siempre nos produce un retardo, un miedo porque muchas veces tenemos una mentalidad cerrada y clericalista, eso nos lleva a una lentitud para impulsar procesos de formación donde dejamos muchas veces prevalecer a las instituciones sobre la persona, pero nos topamos con una realidad que marca profundamente las sobrecargas de trabajo o el desplazamiento tan largo -que eso también repercute en las familias- ya que no hay un buen clima por los cansancios.

Hablo en general de todas las estructuras ya que ellas tienen un factor común que son las personas las que por este desgaste no se comprometen, hay que discernir y dejarse adentrar por el Espíritu.

En un plano más local, en nuestras parroquias, la mayoría de las personas que tienen un papel preponderante son adultos sobre los 50 años, y hay una escasez de personas jóvenes.

Las estructuras son difíciles de cambiar ya que siempre predomina el sentimiento de la comodidad: mejor quedarse igual, sin tener que preocuparse de lo nuevo, de lo atrayente; hay miedo de hacer estos cambios ya que nos sacan de estos moldes estructurados, puesto que siempre se ha hecho así, ¿para qué modificarlo?; es ahí donde ya se produce un distanciamiento, eso ha perjudicado demasiado tanto a nivel de grupos humanos, trabajos o en el plano de la fe, en capillas, parroquias, etc.

Como dejar el miedo atrás para dar paso a estos cambios requiere todo un aprendizaje, valorar, potenciar y proyectar nuevos cauces para transmitir con mecanismos eficaces, desarrollar procesos formativos, descubrir y vivir la propia interrelación hacia donde se quiere apuntar.

Los criterios de renovación deben ser impulsos innovadores que nos permiten promover en personas que estén convencidas y comprometidas a una auténtica conversión y, como consecuencia, vendrá una experiencia personal con un criterio fundamental de discernimiento para descubrir la autenticidad.

Es necesario redescubrir el sentido y la importancia de las estructuras. No hay que  absolutizarlas ni menospreciarlas, sino precisar qué se entiende por estructuras y cuáles de ellas necesitan ser transformadas. Las estructuras son medios para la comunicación, el diálogo, el consenso, la corresponsabilidad. Deben caracterizarse por su flexibilidad, funcionalidad y dinamismo. Esto implica que se les otorgue más participación a las personas que están involucradas.

Para llevar a cabo estos cambios se debe impulsar el compromiso. Esto nos lleva a revisar y potenciar los ámbitos de participación y de corresponsabilidad que favorezca la participación integral y efectiva.

Ni nadie echa vino nuevo en vasijas viejas, porque si lo hacen, se rompen las vasijas, el vino se desparrama y las vasijas se pierden. El vino nuevo se echa en vasijas nuevas, y así se conservan el vino y la vasija. (Mateo 9, 17)

Seamos odres nuevos cada día…Para poder recibir lo que DIOS quiere darnos…Mantengamos nuestros corazones abiertos al cambio de DIOS y nuestro espíritu atento a recibir lo que DIOS nos quiere enseñar y revelar en este tiempo…Lo nuevo de ÉL…

Hugo Ramírez Cordova.

OvalleHoy.cl