Hoy es un día muy especial y lo anuncio no sin tristeza. Desde ahora mi vida, no volverá ser la misma. Incluso ya algunos amigos al encontrarme en la calle me miran extrañados y dicen:
– Te encuentro algo distinto.
– Es el gorro – les explico.
Es que el viejo gorro, ese que me acompañó durante tantos años, ha sido llamado a retiro, y lo he cambiado por una funcional boina.
El viejo gorro me lo trajo mi hermana Ximena desde Santiago, para reemplazar al que a su vez en alguna oportunidad me regaló mi padre. ¿Y saben? Es un auténtico “De donde golpea el Monito”.
Desde entonces vivió conmigo muchas experiencias, me acompañó a distintos lugares, protegiendo mi calva de las inclemencias del frío, la lluvia, y el sol. Lo dejé en muchas partes y la gente insistía en devolvérmelo:
– Don Mario ¿ por casualidad será de usted este gorro? – me llamaban.
– – ¡Ah, si!
Ya con los años soportó las innumerables bromas de mis amigos:
– Oye, Mario … cuando le vas a hacer un cambio de grasa y de aceite?
O las ironías de los estudiantes en la calle:
– Cacha, loco… ahí va Pablo Neruda. ¡guena pablo, tírate un verso!!
O anécdotas simpáticas como cuando una colega, la más atractiva de Ovalle, la María José, se sentó sobre él en la sala 1 del Juzgado de Garantía. Y cuando lo cuento mis colegas escuchan asombrados y hasta envidiosos: «¡Noo… la María Joséee!!. para mí fue un privilegio.
O cuando Monseñor Donoso, después de una misa, en la sacristía de San Vicente luego de terminar la entrevista se equivocó de gorro y estaba saliendo con el mío en la testa. Es que él usaba uno idéntico.
Instantes de ternura, cuando mis dos nietas menores – La Gusanita y la Lobita – insistían en jugar con él y en usarlo con orgullo.
Y ahí está ahora el gorro, en su merecido descanso. Tal vez un día de estos me llame el profesor Sergio Peña y me lo pida para declararlo patrimonio cultural de la ciudad, y ponerlo en una vitrina del Centro Cultural para admiración de los visitantes.
– ¿Ese gorro? ¡Qué vergüenza papá! – dice una de mis hijas examinándolo a la distancia.
– ¿y con él entrevistabas al Intendente, al Gobernador, al alcalde?.
Si, y a Presidentes de la República, Ministros, arzobispos , futbolistas, escritores, artistas, respondo.
– Na que Presidentes ni Arzobispos – interviene la Gorda, mi esposa que escucha mientras plancha – Mañana mismo el famoso gorro se va a la batea y lo voy a tener en remojo una semana para ver si sale toda esa mugre… ¡Presidentes…!
Mario Banic Illanes
Escritor