Cuando una madre compra el uniforme de colegio para sus hijos a comienzos de año, si el presupuesto familiar es restringido, adquiere uno “crecedorcito”. Es decir, que el niño pueda usarlo el resto del año e incluso – mejor aún – le dure para el año siguiente. Eso forma parte de la innata sabiduría de las madres.
Lo mismo se podría aplicar en algún tipo de obras que se realizan en las ciudades, es decir, pedir que estas en su diseño puedan proyectarse en el futuro mediato y no queden obsoletas al poco tiempo.
Es la observación que hizo el concejal Patricio Reyes en una de las últimas reuniones del concejo municipal, con la presencia de la Seremi de Obras Públicas de la Región de Coquimbo con motivo de la construcción de la avenida Costanera o by-pass de Ovalle: cuando se hizo el proyecto en el año 2008 se hizo pensando en el Ovalle del momento, pero no así en una proyección de 5 o 10 años atendiendo el crecimiento demográfico de la ciudad, dijo la autoridad.
Ya la realidad de la Avenida Costanera es que no obstante las modificaciones que se hacen para mejorar su diseño – instalación de semáforos en cruces conflictivos, instalación de pasarelas para el público, ampliación de giros en los ocho cruces para el viraje de vehículos de grandes dimensiones, etc – es una vía que no cumple con las expectativas generadas por la comunidad.
Esto es una avenida de cuatro pistas – dos en cada sentido – a todo lo largo de la ruta para permitir un flujo expedito de vehículos de alto tonelaje, y evitar que estos ingresen a la ciudad atochando las calles, destruyendo pavimentos y redes de agua potable y alcantarillado.
En cambio existe en la mayor parte del trayecto apenas una vía en ambos sentidos, sin bermas o lugares de detención para tomar o dejar pasajeros o en caso de una emergencia, sin tener que causar aún más congestión.
El tema derechamente es que esta es una avenida que no tendrá más de dos o tres años de vida útil sin que se colapse por el uso masivo. Ni pensar en una proyección a una década.
De hecho, desde el año 2008 hasta la fecha, el parque automotor de Ovalle ha aumentado en alrededor de 10 mil vehículos, sin contar los que llegan a diario desde las comunas satélites y los que pasan por la ciudad, como buses y camiones.
Lo que necesitaba Ovalle en su momento – tal como la madre que elige el uniforme para su hijo – era un proyecto “crecedorcito”, que hubiere pensado que la ciudad tiende a crecer poblacional, demográficamente y en el crecimiento de la cantidad de vehículos, y que no nos quede chico y estrecho al primer estirón.
M.B.I.