Los futuros chefs recibieron clases en la AGB, Asociación Gourmet de Bolivia y además visitaron el aclamado restaurante «Gustu», que ha sido elegido más de una vez como el mejor restaurante del Cono Sur.
25 estudiantes de la carrera de gastronomía de Ovalle viajaron hasta Bolivia para perfeccionarse y conocer la cocina y cultura de otros territorios, viaje que se organiza cada año como parte de una rutina del instituto profesional Santo Tomás como una forma de abrir las fronteras a sus estudiantes, experiencia que permite que los futuros profesionales multipliquen sus saberes.
Junto a la jefa de carrera, Paula Mejías, viajaron los estudiantes, algunos de los cuales participaron de la gira al Perú en 2016, por lo que esta visita al país trasandino se volvió muy atractiva porque tenían la posibilidad de contrastar ambas culturas con la propia.
En los viajes anteriores los estudiantes participaron en seminarios y muestras gastronómicas que reunían a representantes culinarios de distintos países de América. Pero esta vez, la experiencia fue diferente, puesto que se concentraron en conocer la gastronomía boliviana, sus productos típicos y costumbres, cosas que para la mayoría eran completamente desconocidas.
Paula Mejías, jefa de la carrera dijo que “el valor que tuvo esta visita fue realmente significativo, ha sido la más provechosa y cultural», añadiendo que gracias a una firma de convenio entre el instituto y la «Asociación Gourmet de Bolivia, tuvimos docentes a cargo de entregarnos ciertos aprendizajes. Además, conocimos la gastronomía y la cultura in situ, nos llevaron a todos los lugares turísticos en los que no hay mayor intervención de personas de afuera”.
Daniela Escobar, estudiante de segundo año coincidió con la docente diciendo que este “fue un viaje lleno de cultura y aprendizaje. Ellos todavía tienen presente su cultura, la reflejan y no se avergüenzan de ella. Los chefs bolivianos saben mucho y son muy experimentados. Este viaje fue muy enriquecedor porque un cocinero además de cocinar debe ser una persona culta, capaz de hablar de otras cocinas, no sólo de la de su país, porque cualquiera puede juntar ingredientes en una olla”.
Durante el viaje los futuros chefs estuvieron en La Paz y también en Coroico una zona con clima tropical en donde se produce café y pudieron realizar una cata de este tradicional brebaje, a la vez que tuvieron una capacitación regional de los sitios y preparaciones típicas de Bolivia.
Sabores y texturas desconocidos
Tanto los estudiantes como los docentes destacaron el hecho de que Bolivia conserva sus tradiciones culinarias casi inalteradas, manteniendo el uso exclusivo de sus productos típicos y evitando la influencia de la cocina extranjera.
Por ello, una parada obligada en La Paz fue el restaurante Gustu, premiado internacionalmente, considerado el tercero a nivel mundial y el mejor del Cono Sur, que desde 2014 está incluido en la lista “Latin America’s 50 Best Restaurants”. Paula Mejías señaló que “ellos son muy arraigados a sus productos y Gustu es premiado por su gastronomía local, trabajan sólo con productores locales lo que también tiene un valor agregado”.
Por otra parte, Juana Rodríguez, otra de las estudiantes que participó del viaje, comentó que los chefs bolivianos “tenían otras técnicas diferentes a nuestros profesores, cosas muy lindas de ver. Los platos tienen un sabor muy especial, cuando acá hacemos un plato de Bolivia lo hacemos con nuestros productos, los de ellos tienen otros sabores, la papa allá tiene un sabor exquisito, muy distinto al de acá, que le da otra textura a las comidas”.
Otra de las cosas que destacaron de la comida del país altiplánico es que es muy picante y aseguran que “no hay salsa que no tenga un ají rocoto”. Sin embargo, los estudiantes ovallinos probaron todo lo que los chefs les prepararon.
Rocío Montenegro, estudiante de segundo año dijo que “te servían platos tan distintos que al inicio los mirabas y decías ‘¿estará picante?’, ‘¿qué sabor tendrá?’, pero cuando lo probabas realmente te enamorabas. Un día salimos a una feria y el tamaño de las frutas era impresionante, eran gigantes, existían frutas que en nuestra vida habíamos visto y eso es porque son del Amazonas. No conocíamos nada y lo que conocíamos sabía muy distinto, las frutas muy jugosas, los sabores muy concentrados. Los chefs nos decían ‘prueben porque en el probar está el aprender’, no puedo decir que algo no me gusta si no lo he probado”.