Circulaba por los laberintos interiores del Hospital de Ovalle en busca de la ventanilla donde debía retirar el resultado de unos exámenes cuando, ¿helo ahí! lo veo a la distancia sentado en una silla de ruedas: Eladio Jofré.
Al acercarme confirmo el reconocimiento y, mejor aún, él mismo me reconoce para devolverme el saludo.
No recuerdo desde cuando no lo veía, aunque sí la fecha de fines de julio cuando un amigo común me informó que Eladio Jofré había sufrido un severo accidente cerebrovascular que lo tenía en grave estado en una clínica de la Quinta Región a la que fue trasladado por su familia.
“¡Pero si yo lo vi el otro día nomas!”, recuerdo fue mi reacción automática. La que solemos tener todos cuando nos dan una noticia lamentable de un amigo o conocido cercano al que encontramos el día anterior en la calle.
Eladio Jofré Canivilo, 66 años, técnico agrícola, es además un destacado escritor y hasta el momento ha publicado los libros «El Ocaso del pastor y otros relatos ( 2012), «El hijo del viento costino (2014), y recientemente el libro «Vivencias de la Reforma Agraria».
Entonces me parecía inconcebible que una persona de su vitalidad pudiera ser víctima de algo parecido.
Luego de estar internado en la Clínica Valparaíso durante un tiempo regresó a Ovalle y a su vieja casa de la población Fray Jorge, calle Augusto D’Halmar, nombre de otro recordado escritor chileno, como no.
Conversamos de varias cosas, entre estas los amigos que lo han ido a visitar en los últimos meses, y de la lentitud de su recuperación. O al menos eso le parece a él. Sin embargo a mí me parecen sus avances un verdadero milagro atendiendo la gravedad de su accidente vascular.
Lamenta que el estado de su brazo derecho le impida trabajar en el computador, para continuar su trabajo literario, aunque reconoce que en este tiempo no ha tenido una nueva buena idea en la que trabajar. Se compromete a buscar tema aunque sea para un cuento breve.
Su esposa, Sarita, que lo acompaña también se muestra contenta con sus progresos, porque ahora puede utilizar su brazo y mano izquierda, y ya cada vez mueve más sus piernas. “Antes no podía mover su pierna derecha, y ahora ya puede hacerlo”, dice.
Y cuando me alejo lo hago con el convencimiento que Eladio, con lo tozudo que es, terminará por torcerle el brazo al destino y a este lamentable episodio que truncó su carrera profesional y literaria.
¡Pero puchas que me dio gusto volverlo a ver!.
M.B.I.