Eso es lo que comentaban los ovallinos en la noche de Año Nuevo, pues cuando ya los fuegos de artificio del puerto habían concluido hace rato, el cielo de nuestra ciudad continuaba iluminado y despertando la admiración de los espectadores. En rigor fueron 25 minutos de espectáculo en dos frentes distritos de la ciudad.
El principal fue el del estadio Municipal, lugar en el que desde temprano se reunió gran cantidad de gente proveniente de distintos puntos de la ciudad, apostados con sus vehículos e la calle Yungay, y algunos en los extremos de la avenida La Chimba.
Cuando sonó la sirena anunciando la medianoche vinieron los abrazos, los saludos de buenos deseos y los brindis con champaña. El cotillón, los gorros y máscaras multicolores, y todo eso.
Finalmente el espectáculo pirotécnico para poner el broche de oro a una jornada llena de esperanza de días mejores para la zona.
Los únicos que no disfrutaron del espectáculo fueron las mascotas que debieron buscar refugio bajo las camas de sus casas, mirando espantados a sus amos, como preguntando: ¿Y a que hora va a terminar esto, ah?
Porque realmente parecía algo interminable. Cuando ya en Valparaíso el espectáculo había llegado a su fin, en Ovalle el cielo aún seguía encendido. “¡Les ganamos a los de Valparaíso!”, comentaban jocosamente algunos.
¡Salud por el Nuevo Año!