En Ovalle en las últimas décadas ha habido tres temas que han llegado a convertirse en un grave problema para la calidad de vida de los habitantes de la ciudad y contribuyen además al asombro de quienes nos visitan.
Estos son la proliferación de perros callejeros, lo que además de un tema para la salud es un peligro para los transeúntes; el incremento en la contaminación acústica que nos bombardea con miles de decibeles en zonas céntricas a todos quienes viven, trabajan o circulan por las calles del centro de la ciudad.
Y el otro es el del comercio mal llamado “ambulante”, y al que más bien nos referiremos como “callejero”.
Este comercio partió hace más de dos décadas como respuesta a la necesidad de dar trabajo a personas que habían quedado sin empleo por una situación coyuntural del país, de la región y de la provincia. Los que no eran absorbidos por la minería, el trabajo de temporada en la agricultura, sencillamente se instalaban en la calle con un pequeño puesto de venta como una alternativa transitoria. Esta transitoriedad, sin embargo, se convirtió con el tiempo en definitiva.
En la actualidad son miles las personas que ocupan las aceras de las principales calles de Ovalle para desempeñar este oficio. Y el que hace diez años empezó con una mesita o un tablero, con unos pocos productos, dos años después ocupa diez o más metros lineales de acera, con una variada mercadería, todo cubierto con toldo, y apoyándose en un equipo de sonido.
Pero como le va tan bien, al poco tiempo su esposa, una cuñado o un hijo ya mayor, se instalará en otro lugar de la ciudad con un puesto similar. En definitiva todo termina convirtiéndose en un negocio familiar que se extiende más y más.
Eso mientras desfallecen por asfixia pequeños negocios autorizados y legales ubicados en galerías, y en los mismos Mercado Municipal y Feria Modelo que son víctimas de esta competencia desleal
Se desconoce cuántos son en realidad quienes desempeñan esta labor. Pero a ojos vista, aumentan cada vez, y si hace un mes había sectores en los que era posible transitar con libertad y seguridad, en la actualidad han ido siendo invadidos por esta marea incontenible.
Por ejemplo en la acera de Ariztía Poniente, entre Vicuña Mackenna y Libertad, donde incluso se intentó contenerlos instalando un cartel que prohíbe su instalación. Pero hoy ese cartel es un verdadero chiste y resulta una ironía verlo sobresalir en medio de un bosque de puestos de venta.
La pregunta es: ¿Será posible hoy contener esta marea? ¿O mejor aún , disminuirla? Para que el comercio que funciona con la legal pueda en un plazo relativamente breve volver a respirar, y que los vecinos como usted y yo, podamos volver a transitar con libertad por las calles.
¿O es mucho pedir?
M.B.I.