En las últimas semanas, lamentablemente hemos sido testigos de hechos, declaraciones, peticiones y manifestaciones que provienen de nuestros jóvenes, que por lo menos, nos deben preocupar atendido su falta de prudencia, equilibrio y sentido común al hablar y actuar.
Es imprescindible recuperar la sensatez, el sentido común y el equilibrio, pues de lo contrario, nuestra convivencia en sociedad será cada vez más polarizada y se tornará exasperante, desagradable, insoportable y pesada, lo que no conduciría a nada positivo por lo mismo debemos como sociedad tomar “cartas en el asunto”.
Encuentro un despropósito y un desacierto, lo que hoy cientos de jóvenes en nuestro país estén viviendo a consecuencia de no poder tener acceso a su lugar de estudios porque un grupo (por lo general minoritario) simplemente no encuentra otra medida de presión más efectiva que el tomarse los colegios, liceos, institutos, universidades, etc. para hacer ceder a las autoridades del establecimiento frente a su petitorio. Lo que encuentro en primer lugar un despropósito debido a que existen jóvenes que se encuentran con becas ya sea de arriendo, de alimentos, de transporte, materiales de estudio, etc. las que se dan sólo durante su período estudio ordinario o sea marzo a diciembre, por lo que si las clases se retrasan a los meses que por lo general son de vacaciones (enero y febrero) estarían en un desamparo absoluto; por lo que aquí existiría una vulneración a los derechos de estos niños y jóvenes.
Además si sumamos a lo anterior la “complicidad” que tienen algunas autoridades de establecimientos educacionales, en donde siendo ellos los encargados de llamar al orden y a la cordura, a mediar y encontrar soluciones más colaborativas o por último hacer cumplir el orden interno de la institución, hacen declaraciones tales como “tómense todo el tiempo del mundo para reflexionar y hacer sus demandas”, ello no obedece a ninguna lógica y lo que es más grave es que da un mensaje a la comunidad escolar que es posible logar todo lo que se propongan si someten a presión y coaccionan a la autoridad, mediante tomas u otros actos violentos.
Asimismo, cuando ya nada nos asombra y nos comportamos indiferentes frente a éste tipo de violencia, ya cualquier cosa puede ocurrir, lo que es tremendamente lamentable, puesto que ésta indiferencia con que reacciona o más bien no reacciona la sociedad, no debiese ser considerada como algo normal, habitual que ocurre en cualquier sociedad y en la vida diaria; no debemos relativizar la violencia y los medios de presión ilegítimos. Pues cuando eso ocurre y además nos comportamos indiferentes frente a los hechos de violencia, cualquier cosa puede pasar y eso hace que perdamos parte de nuestra humanidad.
Ya ha pasado demasiado tiempo en que la impunidad sea la reina de la norma para enfrentar la violencia de los encapuchados y han sido demasiadas las licencias que se les han otorgado a quienes están detrás de los mismos para que permanezcan en el anonimato; es hora de actuar y dejar de lado la indiferencia pues si bien es cierto, ésta es producto de la pérdida del asombro ciudadano frente a los hechos que han acaecido, no es menos cierto que como parte de ser humano, uno no debiese perder nunca la capacidad de asombro y mucho menos frente a la total impunidad de los violentistas que se refugian en el anonimato, se debe poner un alto a ésta vorágine, pues estamos viendo que esto es un espiral que va en ascenso, primero se tomaban los establecimientos educacionales, a posteriori insultaban y agredían al personal de dicho establecimiento, luego comenzaron los destrozos del material de trabajo, llegando a escalar al incendiar sus propios establecimientos, por lo que si no se actúa hoy, ahora, es mejor que luego no lloremos sobre la leche derramada.
Susana Verdugo Baraona