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La nuera de la ex Presidenta

Ésta semana conocimos el veredicto en donde finalmente se condenó a la nuera de la ex Presidenta Bachelet (Natalia Compagnon), como autora de delito tributario en grado de consumado, cometido entre los años 2012 y 2015. Como habrá sido el grado de convencimiento, de convicción de los jueces del Tribunal Oral en lo Penal de Rancagua, tras las declaraciones que aportaron diversas personas, así como por las pruebas aportadas por la fiscalía y todo lo que arrojó la carpeta investigativa; que éstos de forma unánime condenaron a Compagnon, pues no les cabía duda alguna, que ella había cometido irregularidades en la compra de los terrenos en la comuna de Machalí.

Es más al parecer ésta “teleserie” con la familia de la ex Presidenta el Caso Caval, aún no termina; pues la Fiscalía está pidiendo formalizar al Hijo de la ex Presidenta Bachelet, Sebastián Dávalos, la mujer de éste Natalia Compagnon y un socio de la empresa por infringir la Ley de Propiedad Intelectual, esto es por la presunta copia de informes que Dávalos habría hecho de Cochilco y se los habría vendido al empresario Gonzalo Vial Concha como creaciones propias, por lo que ésta situación podría llegar a configurar una serie de delitos asociados a la Ley de Propiedad Intelectual.

Lo mejor que podrían haber hecho además de actuar de manera honorable, responsable, respetuosa y sobre todo por el marco legal, es no haberse involucrado en situaciones un tanto cuestionables, pues es recomendable que los parientes cercanos no participen de las actividades políticas o empresariales de sus padres, abuelos, hijos, etc. pues de lo contrario estarán sometidos al mismo escrutinio público al que deben estar sometidos sus progenitores o familiares cercanos. Pues en una sociedad igualitaria donde debiese predominar la meritocracia y no el compadrazgo, el amiguismo o los pitutos, cada uno debiese ser responsable de sus actos y responder por ellos y no cargar con el estigma que a veces se hace por ser hijo o padre de. Pero cabe destacar que éste, el Caso Caval, es un caso especial porque está involucrada ni más ni menos, que la máxima autoridad de aquella época que era Bachelet, su hijo y su nuera. En donde se hablaba de tráficos de influencias, delitos tributarios, uso de información privilegiada y tantas otras cosas, por lo tanto, lo mejor que pudo haber hecho y que no lo hizo para proteger a su hijo y nuera, era haber actuado como político y dejar que se hiciera justicia y defender la independencia de las Instituciones.

En la medida que no se involucren en la política y utilicen información que la competencia no podría adquirirla, para correr en igualdad de posibilidades, pues éstos al encontrarse en una posición menos ventajosa tienen las de perder frente a aquellos que “aprovechan” por no decir abusan, de las redes e influencias de sus familiares o en éste caso de su madre y suegra para avanzar en sus carreras y proyectos de inversión.

De ahí que parece más que razonable que a Dávalos y su mujer, los hayan sometidos a un exhaustivo escrutinio, pues habían sospechas fundadas que habría utilizado lazos familiares para abrirse oportunidades de negocios, situación que al menos por el lado de la nuera de la ex Presidenta, sería cierta.

Es realmente lamentable que nos enteremos como Compagnon, una mujer que no se encuentra en estado de necesidad, ni coaccionada para cometer éstos hechos, haya decidido actuar libre y voluntariamente, con la intención y la convicción de querer obtener mayores ganancias a costa de todos nosotros; porque finalmente el dinero que defraudó podría fácilmente ir destinado a las familias vulnerables; bien ahí el actuar del Tribunal Oral en lo Penal de Rancagua, con éstas actuaciones uno puede al menos pensar que no todo en la justicia está perdido, que si bien los jueces que la administran, muchas veces le fallan a la ciudadanía, hoy con éste tipo de situaciones, demuestran que no deben haber intocables y que quien se cree que esta  sobre los demás igualmente deberá pagar por sus delitos, porque en Chile no debieran haber ciudadanos de primera, de segunda, ni de tercera categoría, puesto que todos debiéramos ser iguales ante la ley.

Susana Verdugo Baraona.

OvalleHoy.cl