Una vecina de la población Fray Jorge propietaria de un frondoso y florido jardín nos muestra encerrado en un envase plástico el ejemplar de un abejorro de gran volumen y cuerpo colorido: negro con bandas de color amarillo y el extremo de su abdomen, blanco.
Dice que estos insectos en los últimos días han aparecido por su jardín al mismo tiempo que se desaparecían las tradicionales abejas melíferas.
Cuando visitamos el lugar advertimos la presencia de los abejorros, entrando y saliendo de las flores con sus cuerpos grandes y coloridos, (casi el triple de tamaño de una abeja común), sin advertir la presencia de abejas. Por lo general cuando pasamos por el lugar las flores de las enredaderas están cubiertas de abejas.
La dueña del jardín está preocupada que el “bicho” ataque a las abejas o sea agresivo y peligroso para las personas, en especial niños que llegan al lugar, como lo son las tristemente célebres “chaquetas amarillas”.
Tomamos algunas imágenes y las llevamos al SAG donde un profesional lo identifica como un Abejorro Europeo, introducido al país para ayudar a la polinización, pero que a pesar de su tamaño imponente no entraña un riesgo para la población y no existen antecedentes que ataquen a la abeja silvestre.
Un fruticultor de la zona sin embargo se muestra preocupado por su presencia en la zona. Nos informa que esta especie , no obstante estar prohibida en otros lugares como Argentina, Estados Unidos o Japón, en Chile se permite su ingreso desde 1997 para la producción de tomates, arándanos, cerezas, entre otros. Sólo entre 1998 y 2016 fueron introducidas de manera legal alrededor de 335 mil colonias y 860 mil reinas aunque se desconoce la cantidad exacta que han llegado de manera irregular.
Explica que la presencia y repducción descontrolada de esta gran abeja ha tenido como consecuencia el desplazamiento de colonias de abejas nativas, intimidades por su imponente tamaño; pero también – y lo más importante – el daño que causa en la flor por la gran capacidad que tiene para succionar (es un gran estanque volador y una verdadera aspiradora) y esa flor difícilmente se recupera.
Señala finalmente que su existencia en Chile ha traído más perjuicios que beneficios a la fruticultura nacional, y que lo ideal sería su erradicación (o al menos impedir que sigan ingresando colonias y reproduciendose) para reforzar la presencia de la abeja común.
Es decir, señora, si usted descubre uno en su jardín, no tema que no es más peligroso que una abeja común. Pero sí es un visitante “non grato” para la agricultura local.
M.B.I.