Cuando fue nombrada como Alta Comisionada de DDHH de la ONU, prácticamente ninguna figura pública (salvo honrosas excepciones), se les ocurrió exponer su “prontuario” anti derechos humanos.
Pues ella no sólo fue simpatizante del Movimiento Izquierda Revolucionaria (MIR) quienes optaron por la vía armada y la instalación de una dictadura comunista; sino que militó el brazo armado del Partido Comunista chileno, el Frente Patriótico Manuel Rodríguez en los años ochenta, quienes realizaban atentados en donde morían tanto civiles como militares.
Si ello fuera poco; debemos sumar que cuando Bachelet se fue a vivir a la ex República Democrática Alemana (RDA) o también llamada la Alemania Comunista, ésta dice que nunca se enteró que a las personas que de allí escapaban se les disparaba para evitarlo. Tampoco se enteró de la total ausencia de libertad tanto política, económica como de expresión, puede ser por ésta última que no pudo enterarse por la prensa como ha ocurrido en diversas ocasiones en nuestro país.
Además pareciera que para ella es normal que el Estado establezca que debe y cuánto debe comer uno y sus familias, como ocurrió con la Dirección Nacional de Abastecimiento y Comercialización (DINAC), que a su vez dirigía las Juntas de Abastecimiento y Control de Precios (JAP). Si ello fuera poco tenemos los infortunados comentarios que emitió en sus viajes presidenciales, tanto a Alemania, Vietnam y Cuba, es allí en donde nos podemos percatar de la triste herencia en materia de defensa de la dignidad y libertad de la persona, de los tan “mañoseados” por ella y por el sector que representa, de los derechos humanos al elogiar las dictaduras de Honecker, Ho Chi Minh y de los hermanos Castro, que aunque lo nieguen y no lo reconozcan eso son o fueron una dictadura de izquierda.
El viaje a Alemania en octubre de 2014 tenía un especial significado, puesto que se conmemoraban los 25 años de que el pueblo alemán derribara el Muro de Berlín, que dividía la capital germana en una zona democrática y otra controlada por la dictadura comunista de Erich Honecker. En aquella ocasión, la Presidenta guardó silencio y no destinó palabra alguna para condenar los crímenes y las violaciones a los DDHH en la extinta República Democrática Alemana. Muy por el contrario, en 2006 había recordado como un tiempo “muy feliz” su exilio en la RDA.
Así es como también en su visita a Vietnam, Bachelet declaró que uno de sus personajes favoritos era Ho Chi Minh, declaración que iba más allá de cualquier protocolo o de cualquier declaración de buena crianza. Puesto que su predilección estaba puesta en un hombre que, como ha dicho anteriormente Joaquín Fermandois, “usó el asesinato sistemático como arma privilegiada y una vez en el poder, ejecutó a centenares de miles, de ‘enemigos del pueblo’ y otros muchos más languidecieron en campos de reeducación”. Esto no hace más que dar cuenta de la personalidad mezquina, oculta, doble estándar y siniestra de quien actualmente nos Gobernaba.
Sin ir más lejos, tenemos su “famoso” gran viaje a Cuba, (uno de tantos); donde Bachelet nuevamente omitió las violaciones a los DDHH en la isla y descartó, una vez más, reunirse con la disidencia cubana, en especial con las Damas de Blanco. Que son hombres y mujeres cuyos derechos han sido y son violados sistemáticamente por un régimen que existe y que se extiende por casi seis décadas.
Bachelet por lo tanto, no tiene autoridad moral, ni la estampa para hablar, dictar cátedra o ser una alta comisionada de derechos humanos, pues presenta un doble estándar cuando nos enfrentamos a dictaduras de izquierda, quedando ésta ciega, sorda y muda.
Susana Verdugo Baraona
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