Cuando el representante del Gobierno de Sebastián Piñera en la provincia, emplaza a garabatos (la forma) a una autoridad comunal electa en un acto público, los argumentos (el fondo) del gobernador pierden validez.
La Forma y el Fondo son dos conceptos que, casi siempre, van juntos: hacemos un gesto cordial y levantamos la mano cuando saludamos, expresando agrado al hacerlo. Pero también puede suceder que saludemos a una persona a la que no hubiéramos querido saludar y entonces aunque formalmente le decimos buenos días o mucho gusto, en el fondo no quisiéramos haberle dicho eso mismo, sino algo bien diferente.
Por eso es importante que las autoridades comprendan que en el ejercicio de sus labores, no se representan a sí mismos, si no que a un Gobierno o a toda una ciudad.
Tuve la oportunidad de escuchar los dichos del alcalde en un tweet de la cuenta de un medio de la comuna y puedo concluir que Pedro Castillo solo obtiene aplausos pues lo que dice (la forma) pues la autoridad comunal representa el sentir de los habitantes de su comuna (el fondo) que estaban en ese momento en el auditorio. Existe una concordancia, entre forma y fondo.
Cuando vemos al representante del Gobierno del presidente Sebastián Piñera, emplazar a garabatos (la forma) a una autoridad electa popularmente frente a más personas en un acto público, los argumentos (el fondo) del gobernador Darío Molina pierden validez, debido a que la forma no es concordante con el fondo.
Que el gobernador crea, en este caso, que la empresa Prime Energy, que está en controversia con la comunidad combarbalina por la construcción de una termoeléctrica en su territorio, realiza una acción de responsabilidad social empresarial, es una mirada y es «su» mirada.
Que la comunidad y su alcalde tengan una mirada crítica de la campaña de regalar lentes para la presbicia y la cataloguen como una «compra de conciencias», es otra forma de ver las cosas. Tan válida como la de la autoridad gubernamental.
No se puede exigir respeto al otro, cuando uno no lo practica. Y de esos exabruptos han quedado en el recuerdo las polémicas con alcaldes de todos los signos políticos en la provincia: Claudio Rentería, alcalde de Ovalle, un hombre cercano y que se siente representado por el actual Gobierno; el alcalde Camilo Ossandón, de Monte Patria también ha tenido encontrones con el gobernador; y ahora le tocó el turno a Pedro Castillo de Combarbalá.
Por otro lado, es un secreto a voces, el trato displicente y déspota con algunos funcionarios de la sede provincial de Gobierno y han habido casos en que algunos de los colaboradores que él mismo llevó para ayudarlo en su gestión, han renunciado por un trato, por decirlo de una manera suave, inadecuado.
El compromiso con el desarrollo de un territorio pasa también por saber escuchar a los habitantes de dicho lugar y para eso, ¿quiénes mejor que las comunidades de esos mismos sectores pueden saber lo que quieren y esperan para apuntar a ese objetivo?
Desde esta misma tribuna, cuando la polémica originada por el Gobernador por sus dichos contra ex funcionarios arreciaba, le señalamos a la autoridad de Gobierno que debía conocer el territorio, que debía adentrarse en su idiosincracia, porque a pesar de tener miradas distintas, en Ovalle y el Limarí, aún somos vecinos que nos vemos todos los días, con autoridades que realizan las compras en el mismo supermercado que el funcionario, el oficinista, la profesora o la comerciante.
Para qué hablar de las demandas de ex funcionarios donde su verborrea le jugó malas pasadas, tratando de «apitutados» a los funcionarios desvinculados, lo que le ha valido muchas querella laborales por tutela de derechos.
Acá es importante el fondo de las cosas, pero también la forma. Y en eso, Darío Molina, el representante del presidente de la República Sebastián Piñera en el territorio limarino, debe entender que el fanatismo es un pésimo consejero.
Por Angelo Lancellotti González
Director OvalleHOY.cl