Cuando se inició la actividad de envolver regalos en las afueras de casas comerciales del centro de la ciudad era realizada por muchachos que aprovechaban, gracias a su esfuerzo e ingenio, de ganar unos pesos para pasar las fiestas o las vacaciones sin tener que recurrir a sus padres.
Como ese grupo de adolescente ubicadas en las afueras de una céntrica galería que aseguran que el objetivo es reunir dinero para sus vacaciones. “Si nos alcanza, nos vamos al Caribe”, dice una riendo. Y ahí están conversando, bromeando, atendiendo a sus clientes con una alegría contagiosa.
Sin embargo desde un tiempo a esta parte que esta simpática (y útil, para quienes detestamos envolver paquetes) actividad se ha venido desvirtuando, y en la actualidad una buena parte de quienes ocupan espacios en las calles céntrica son grandes puestos, con estructura metálica, techo y atendidos por dos o tres personas adultas. Es verdad que algunos cumplen con envolver paquetes que los clientes han comprado en una tienda cercana, pero llama la atención la gran cantidad de mercadería que ofrecen a los transeúntes, consistente en bolsas de todos tamaños y calidades, rollos de papel con motivos navideños. El capital ahí invertido es no menor, compitiendo con los jóvenes que fueron los que hace algunos años se atrevieron a ser los primeros, o con los negocios establecidos del sector.
Entonces cabe hacer la pregunta: ¿Son estos puestos para envolver paquetes navideños o es mas bien comercio ambulante encubierto?
M.B.I.