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Oda a las bolsitas de plástico

Voy al supermercado. Ya van cinco días desde que se implementó la medida que indica que prohíbe a supermercados y otros comercios entregar bolsas de plásticos para echar ahí lo que haya comprado.

Las personas, impresionantemente conscientes de la importancia de esta medida para el cuidado del medio ambiente, como siempre se adaptan a las normas y  han comenzado a llevar sus propias bolsas , lo que irreductiblemente me recuerda las bolsitas de saco o de esa  malla finita y   tricolor con las que nos enviaban al pan o a la feria en los ochenta.  Y si no llevas tus propias bolsas reutilizables “100% biodegradables” que tarde o temprano serán basura,  ¡el supermercado te las vende! Mira qué conveniente, al menos antes regalaban las bolsitas de plástico y servían para el basurero del baño o de la cocina pero ahora hay que comprar esas bolsitas pequeñas, es decir, hay que seguir llenando los bolsillos de las grandes empresas. El costo siempre es nuestro.

Además esas bolsas que te venden vienen con publicidad del propio  supermercado u otras marcas ¿No deberían pagarnos ellos por andar publicitando su marca? La publicidad se paga y es cara, pero como siempre, nos ven la cara ( eso me recuerda el logotipo de la automotora en mi auto; debería sacarlo o pedir que me paguen) . Entonces el propinero o propinera  – quienes no deberían recibir propina sino un sueldo por contrato del propio supermercado – echa la mercadería a la bolsa reutilizable con publicidad, mercadería que viene toda, absolutamente toda en plásticos. Plásticos o latas.   Qué absurdo, inocua y hasta pusilánime resulta entonces  la prohibición de entregar  bolsas si todo lo demás viene en plástico y no hay una ley que prohíba, por ejemplo, los envases no retornables. Esa sí sería una muestra de conciencia ecológica, pero claro, para eso deben pedir permiso a las grandes empresas trasnacionales dueñas del mundo  como cocacola, o macdonals, nestle y etc etc. Imposible. Para eso no hay plata ni cojones. El costo siempre lo debe pagar el pueblo.  

Absurdamente tuve que comprar una bolsa para llevar lo que compré. Ya llevo reunidas una docena al menos.

Camino a casa me repito “debo llevar mi bolsa al supermercado, debo llevar mi bolsa al supermercado”. En ese trance recuerdo un poema que escribí en 1990. Llego a casa, lo busco entre mis papeles viejos.  Aquí está:

“Nos buscan, nos acorralan, 
nos hablan ,nos invaden.
En las aceras brillan como peces
En los edificios cantan
En las cercas esperan
Nos invaden nos acorralan
Desde la basura hasta los muertos
Desde condones hasta pañales
Todo lo cubren todo lo viven todo lo matan
Están en todas partes silentes asesinas
En los estadios, en las universidades, en los desiertos, en los mares
Todo lo devoran las caras el aire la luz
Todo lo devoran todo
Nos invaden nos acorralan
Las bolsas de plástico
Nos invaden nos acorralan»….

Increíble, lo escribí  hace 28 años, algo profético. Cierta nostalgia invadió mi mundo. Mundo de plástico, claro.

K Ardiles Irarrazabal

OvalleHoy.cl