Era la medianoche del martes cuando sonó el teléfono celular que había dejado sobre el velador. A esa hora veía junto a su esposa una película en el televisor. ¿Quién puede ser a esta hora?, se preguntaron extrañados.
Estiró el brazo para coger el aparato y, por instinto, conectar el modo de grabación del equipo. Cuando respondió escuchó la voz desesperada de una muchacha pidiendo auxilio. “Papá. Papá, me asaltaron y me metieron en un auto. Ayúdame por favor, papá”.
Esta es la impresionante experiencia, absolutamente real, vivida la noche del martes por un vecino de Ovalle. El impacto fue tremendo, dice él a OvalleHOY. Era tanta la desesperación de la voz (muy parecida a la de su hija menor) que hasta su esposa se puso en alerta.
¿Estaba en casa su hija? Se miraron. No la habían escuchado llegar.
De pronto la voz de la muchacha fue interrumpida por una amenazante voz masculina que sin mayores preámbulos informó que ellos tenían a su hija y querían conocer el número de la cuenta de banco o si no la matarían para vender los órganos
El vecino recordó consejos de la PDI leídos recientemente en este mismo diario: primero asegurarse que se trataba de su hija y no de otra persona que se hacía pasar por ella. Entonces pidió insistentemente a su interlocutor volver a hablar con la muchacha para pedirle el nombre.
Se levantó de la cama y, sin dejar de hablar , bajó las escalas hacia el primer piso, mientras (cubriendo el micrófono del aparato) llamaba a la hija. Hasta que esta finalmente se asomó a la puerta de su habitación sin saber lo que ocurría. Ahí comprobó, aliviado, que se trataba en realidad, del «Cuento del Tío».
Entonces el hombre al otro lado de la línea, endureció su mensaje: “escucha h… Si no nos dai el número de la cuenta vamos a matar a tu hija y le vamoh a sacar los órganos y los vamo a vender. Lo que sea para tener plata. Entendiste h…?”
Ahí el también endureció el lenguaje y lo mandó a la punta del cerro, en buen chileno. El delincuente sin embargo no cejaba en su empeño: vo decidí h… Si pagai o teni mañana un bonito funeral de tu hija. Voh decidíh”.
Junto al desconocido se escuchaban otras voces, como dándole instrucciones en voz baja. Lo volvió a insultar. El delincuente entonces interrumpió la comunicación. No obstante la tranquilidad de saber que la hija estaba a salvo, el afectado reconoció que la impresión fue fortísima.
“En ese primer minuto en el que no sabes si es verdad o es mentira, a uno se le viene el mundo abajo, le pasan mil cosas por la cabeza. Y cada vez que escucho la grabación vuelvo a temblar de la impresión y de la rabia”, nos dice y en su opinión, «la voz del delincuente tenía una entonación extranjera».
Análisis Policial
Sin embargo, el subprefecto jefe de la Bicrim de Ovalle, Raúl Muñoz, luego de escuchar la grabación de la conversación, dice que se trata más bien de una entonación “canera” y no extranjera. Tiene la seguridad que la llamada está hecha desde el interior de una prisión por las voces de fondo que se escuchan, varias personas en una celda. Las llamadas de auxilio de la muchacha, cree, deberían corresponder a una grabación.
“Sería inútil tratar de hacer un seguimiento del teléfono, porque lo ocuparán para hacer tres o cuatro llamadas en una noche y luego lo botan. Números telefónicos escogidos al azar, tal vez sacados de las redes sociales. Hasta que alguien cae en su engaño”, agrega el jefe policial.
Está consciente del impacto para un padre o una madre el recibir una llamada informando que ha sido secuestrada una hija. “Esos primeros minutos son de un impacto emocional terrible”, dice. Sin embargo llama a intentar mantener la calma y antes de dar un nuevo paso (como el entregar la información de la cuenta bancaria o el dinero, intentar obtener mas información de parte de la supuesta víctima o de los secuestradores, para verificar que se trata en realidad de la hija; y enseguida, en forma rápida y silenciosa utilizando otro teléfono, tratar de verificar la ubicación real de la víctima. Tal vez en el colegio, en casa de amigas, en el cine, etc.
CONSEJOS
El jefe policial entrega algunas orientaciones a potenciales víctimas de estos denominados “secuestros virtuales” que les pueda servir si son víctimas de uno, y para que instruyan además a toda la familia:
En el ordenamiento jurídico, el delito de secuestro es uno de los delitos que posee una penalidad alta, que puede llegar desde los 15 años de presión hasta el presidio perpetuo calificado, dependiendo de las agravantes que se cometan. Se castiga por el solo hecho de privar de libertad a una persona y de aquel que provee del lugar físico para cometer el delito.
Sus agravantes van en aumento desde que se realiza con la intención de solicitar un rescate (dinero), imponer exigencias o arrancar decisiones hasta la prolongación de más de 15 días en que la persona pudo estar privada de libertad o si hubiese resultado físicamente lesionada. Se agrava aún más este delito, si con ocasión de éste se comete el homicidio, la violación o se generan lesiones graves en la víctima.
Ahora bien, en Chile el delito de secuestro propiamente tal tiene manifestaciones incipientes en relación con otros tipos criminales, ya que se da ocasionalmente en grupos o bandas delictuales que se vinculan principalmente al tráfico de drogas. A diferencia del concierto internacional, en Chile no existe una industria que pueda promover el secuestro como herramienta lucrativa permanente, sino que se ha dado solo dentro de un segmento particular como forma de cobro entre bandas rivales.
Por su parte, el llamado Secuestro Virtual es una modalidad de estafa telefónica a través de la cual se simula el secuestro de una persona para obligar a sus familiares directos a depositar dineros en cuentas bancarias, ya sea por medio de sistemas de depósitos directos y/o transferencias bancarias.
El elemento fundamental para concretar la estafa es el impacto psicológico y emocional que genera una supuesta situación de secuestro en la persona que está siendo extorsionada, con la finalidad de que realice las acciones que se le ordenan hacer.
¿CÓMO OPERA?
El modo de operar de este tipo de ilícitos se fundamenta en argucias que entraman los delincuentes para elaborar una situación simulada de un secuestro. A este respecto se identifican 2 fases:
Primera fase
Se buscan personas al azar y se prueban llamados con distintos números telefónicos para hacer caer a las personas, en que, dependiendo del tipo de respuestas, se desarrolla un discurso intentando impactar psicológica y emocionalmente a la persona receptora, con noticias de supuestas detenciones, accidentes de tránsito, etc., de quienes residen en la vivienda, exigiéndose un pago rápido de dinero para sacar del problema al miembro de esa familia que supuestamente está afectado de un problema.
Posteriormente, si la víctima del engaño logra caer en la invención, el autor sonsaca información con preguntas directas, indirectas y sugestivas a objeto de confirmar la existencia de dinero en la residencia, existiendo a su vez un tercero en la conversación, que suplanta a la persona que supuestamente se encuentra en problemas. Si hay niños y/o adolescentes en el hogar se desarrolla una estrategia para que tanto el adulto como los niños salgan del domicilio y junto con ello evitar una posible comunicación con estas personas, a la vez que están en una comunicación telefónica permanente sin cortes. A su vez se sonsaca información relevante de la familia y del grupo familiar, que son los datos que utilizan para extorsionar a los padres, madres y/o dueños o dueños de casa.
Segunda Fase
Se toma la información recolectada y se llama al o los teléfonos de padres, madres y/o dueños o dueños de casa, indicándoles que los miembros de sus familias se encuentran secuestrados. A partir de los datos que se recolectan de adultos (asesoras de hogar) y niños se van haciendo contrastaciones que obligar al extorsionado a creer en el secuestro.
Finalmente, el secuestro como tal no existe y por lo tanto se trata de una estafa telefónica.
Consejos educativos contra las estafas telefónicas (secuestro virtual)
- No entregue información personal y familiar a personas que no conoce o que no le consta su procedencia.
- Configure sus redes sociales en modalidad privada.
- Si le llaman indicando que tienen a una persona de su familia secuestrada, controle el primer impacto emocional. Piense que le están mintiendo, para que pueda contrastar la información.
- Comuníquese a la brevedad con la PDI, al nivel 134.
- Tome nota de los teléfonos desde donde llaman y trate de verificarlos de si corresponden a instituciones establecidas.
- Debe saber que en ningún caso los miembros de instituciones policiales, judiciales y/o estatales le exigirán el pago de dinero por multas, accidentes, fianzas o cualquier otro concepto a través de llamados telefónicos.
- Si le exigen que NO corte la llamada, dude de inmediato de la procedencia y llame a la PDI.
- Establezca códigos familiares (palabras claves) que solo conozcan los miembros de su familia (fechas claves, lugares claves, episodios claves) que sean identificables al momento de que se generen llamados telefónicos poco habituales.
- Antes de realizar depósitos de dineros por situaciones de accidentes de tránsito, pagos de supuestas fianzas, etc., comuníquese con la Policía.
Por Equipo OvalleHOY.cl