Paso por la esquina de Miguel Aguirre y Tangue y descubro en el lado norponiente de la calle, en una construcción de dos pisos reciente, a tres nuevos negocios
A la distancia se ven pequeños, ordenaditos, atendidos cada uno por damas, y que ofrecen desde frutos secos, pasteles, frutas y verduras e incluso una pequeña Caja Vecina. En uno de ellos hay en la puerta a una mujer joven que de manera jovial invita a los transeúntes a pasar y a conocer sus productos.
Son, que duda cabe, nuevos empresarios que con un capital limitado abordan esto con la confianza que les dará lo suficiente para pagar la inversión y satisfacer las necesidades propias y de sus familias.
No obstante eso, mientras sigo en dirección al centro descubro por todas partes comerciantes que ofrecen en la calle mercaderías similares y a precios mucho más atractivos. La gente pasa y si algo le llama la atención se detiene y compra. Es que están apurados y, afirman, los precios son tentadores.
Hace un par de décadas llegaron a Ovalle las grandes tiendas del retail y cadenas de supermercados que fueron de manera gradual haciendo desaparecer a los principales comerciantes tradicionales. Se fueron entonces, sin poder soportar la competencia de precios bajos y las ofertas de seis, doce, 24 cuotas mensuales, tiendas icónicas como La Colmena, La Tentación, La Campana Casa Rivas, y otras.
Ahora son los pequeños negocios los que corren el peligro de desaparecer, no por la competencia aplastante de las grandes tiendas nacionales, sino de la masiva oferta callejera. Ellos pagan patentes, impuestos, sueldos a empleados, servicios como luz, agua potable, teléfono, internet, recolección de basura domiciliaria, etc. Y en algunos casos arriendo del local en el que trabajan.
¿Cómo pueden competir con las personas que están en el lado de afuera de sus negocios sin pagar nada de eso y que, de manera sorprendente e inexplicable, venden la misma mercadería a valores significativamente inferiores?
Cuando pasado el mediodía regreso a casa miro desde lejos los nuevos locales de Miguel Aguirre y a la distancia les deseo a estas emprendedoras éxito en su iniciativa y que, ojalá, el público entienda su esfuerzo y al momento de hacer sus compras las prefiera a ellas y no se dejen tentar por los cantos de sirena del comercio callejero.
M.B.I.
