Cómo un amante de las letras en formato de arte remarcable, acabo de enterarme del fallecimiento de un grande de nuestra literatura, un Sr. Escritor, ( No un escribidor)
Inmerecidamente ignorado.
Le debemos al menos un Premio Nacional de Literatura.
Le debemos una reverencia a la pasión, acidez agria y la dulzura infinita que alcanzó en las cumbres de la gran Musa de los privilegiados por su manto.
Le debemos el reconocimiento a su imperdonable olvido o sesgo.
Fue un escritor que enmarca una época, despreciado por la crítica inmerecida; frente a su arrojo y valentía.
Recuerdo leyendo «Invención a dos voces» mi profunda emoción, ante tamaña obra.
Fértil y poco leído, incluso por gente letrada.
Fue un navegante del desenfado, la osadía y por sobretodo, valentía e intransigencia frente a la auto indulgencia.
Yo le he transmitido a quiénes pude el impulso a conocer su «extensa obra», siempre con una soberbia oda maestra a la Literatura.
Disculpen mi pena, mi sentimiento de pérdida.
Fue tan inmerecidamente ignorado, pero queda toda su obra para prevalecer sobre el cruento paso del tiempo y del olvido.
No puedo negar que hoy mis ojos sangraron lágrimas de sal.
Hasta siempre Don Enrique Lafourcade.
Álvaro Castro