De un tiempo no si será por los años que van pasando he sentido que la vejez ya está llegando a mi vida; no es que lo sienta sino que se empieza a notar que lo que era un pensamiento hoy se está realizando. Lo que muchas veces imaginé pensando como irá a ser ese momento para mi vida ya que uno espera no ser carga para ninguna persona.
Pero la experiencia enseña que muchas veces
hay situaciones que escapan a todo control ya sea por enfermedad que me limite
y no pueda valerme por mí mismo. Desde ese pensamiento uno no quisiera ser para
las personas amadas una carga o por alguna situación se va perdiendo la memoria
y se empieza a olvidar, reconocer rostros y a las personas.
Solo dejarse llevar por lo que Dios nos tiene
preparado para el mañana, hay que disfrutar a concho la vida y compartir más
tiempo con las personas amadas, este escrito va en la enseñanza que nada es
previsible, ya sea por enfermedad o por diferentes circunstancias, nadie tiene
una bola de cristal para pensar cómo será la vida mañana, ni tampoco hacer
tantos planes, solo dejarse amar y aprovechar el día a día con la familia.
También dejar cerrado las situaciones en que se ha
pasado a llevar a alguien o se ha hecho un mal comentario, se ha humillado, se
ha dañado, hay que reconciliarse con uno mismo, con Dios, con las personas,
saber pedir perdón si se ha ofendido o herido, no solo al pensar lo cercano que
está la muerte, sino debería ser siempre, pero como somos tan orgullosos,
engreídos que no nos damos cuenta que se ha obrado mal.
No es que en este escrito haya una intención de no
gozar y vivir con alegría la vida sino a tomar conciencia que tenemos los
tiempos necesarios para mirar el mañana con otros ojos, con esperanza
entregándose entero por amar a los grandes amores que Dios ha puesto en mi
vida, mi esposa, mis hijos, mis nietos, mi familia, mis amigos, compañeros(as)
de trabajo y todas las personas que Dios me ha puesto en mi camino de las
cuales aprendí a ser persona comprometida con Dios.
No sé porque me caen unas pequeñas lágrimas que
recorren mi cara al pensar y escribir este texto ya que pasan tantos nombres
por mi mente mi madre, padre, tíos, tías, hermanos que ya han partido y porque
creo que hay una nueva vida en la cual volveré a sentir su presencia y su amor
cuando llegue mi momento.
«El día que esté viejo y ya no sea el mismo, ten paciencia y compréndeme, cuando derrame mi comida sobre mi camisa y olvide cómo atarme mis zapatos, recuerda las horas que pasé enseñándote a hacer las mismas cosas.
Si cuando conversas conmigo, repito y repito las mismas palabras que sabes de sobra cómo terminan, no me interrumpas y escúchame.
Cuando eras pequeño para que tú durmieras tuve que contarte miles de veces el mismo cuento hasta que cerrabas los ojitos.
Cuando estemos reunidos y sin querer haga mis necesidades, no te avergüences y compréndeme que no tengo la culpa de ello, pues ya no puedo controlarlas, piensa cuántas veces cuando niño te ayudé y estuve paciente al lado tuyo esperando a que terminaras lo que estabas haciendo.
No me reproches porque no quiera bañarme, no me regañes por ello; recuerda los momentos que te perseguí y los mil pretextos que te inventaba para hacerte agradable tu aseo, acéptame y perdóname.
Ya que soy el niño ahora cuando me veas inútil e ignorante frente a todas las cosas tecnológicas que ya no podré entender, te suplico que me des todo el tiempo que sea necesario para no lastimarme con tu sonrisa burlona, acuérdate que yo fui quien te enseñó tantas cosas, comer, vestirte y tu educación para enfrentar la vida, tan bien como lo haces son producto de mi esfuerzo y perseverancia por ti.
Cuando en algún tiempo, mientras conversamos, me llegué a olvidar de qué estábamos hablando, dame todo el tiempo que sea necesario hasta que yo recuerde, y si no puedo hacerlo, no te burles de mí, tal vez no era importante lo que hablaba y me conformé con que me escuches en ese momento.
Si alguna vez ya no quiero comer, no me insistas sé cuánto puedo y cuánto debo.
También compréndeme que, con el tiempo, ya no tengo dientes para morder, ni gusto para sentir, cuando me fallen las piernas por estar cansadas para andar, dame tu mano tierna para apoyarme como lo hice yo cuando comenzaste a caminar con tus débiles piernas.
Por último cuando algún día me oigas decir que ya no quiero vivir y solo quiero morir, no te enfades, algún día entenderás que no tiene que ver con tu cariño o cuánto te amé; trata de comprender que ya no vivo sino que sobrevivo, y eso no es vivir, siempre quise lo mejor para ti y he preparado los caminos que has debido recorrer, piensa entonces que con el paso que me adelanto a dar, estaré construyendo para ti otra ruta en otro tiempo, pero siempre contigo.
No te sientas triste o impotente por verme como me ves dame tu corazón, compréndeme y apóyame como lo hice cuando empezaste a vivir de la misma manera que te he acompañado en tu sendero, te ruego me acompañes a terminar el mío, dame amor y paciencia, que te devolveré gratitud y sonrisas con el inmenso amor que tengo por ti.
Si yo te olvido, por favor no te olvides de mí».
En este texto de Humberto Enrique Medina, hay tanta verdad, pero sobretodo tanto amor, creo que a cada uno(a) nos cuesta tanto poder entregar el tiempo, para poder estar con las personas más queridas de la vida, las cuales nos han ido moldeando, lo que hoy es cada uno(a), pero nunca es tarde para poder emprender nuevos caminos, estemos atentos porque la vida se nos pasa tan rápidamente y no apreciamos lo maravilloso que es tener a los padres vivos, u otros a recordarlos dando gracias a Dios por lo que ellos nos entregaron.
Por eso agradecidos del infinito amor que Dios nos entrega en las personas más amadas de la vida de cada uno(a), atesorémoslas, apapachemoslas oremos en cada momento para que sepamos aquilatar lo hermoso que es la vida y más hermoso las personas que siempre están y estarán con nosotros por toda la eternidad, donde algún día nos reuniremos para abrazarnos, besarnos y construir esa nueva vida que generosamente Jesús nos entrega con su resurrección.
Qué importante es poder saciarse del amor para comprender la verdadera dimensión de lo que significa para la vida de toda persona, el sentir en lo más íntimo de su ser este paso; de sentirse un poco desplazado, dejado de lado, no poder seguir el ritmo de vida ya que todo se va haciendo más difícil, aunque se coloque todo el esfuerzo por salir adelante, el cansancio de los años va pasando la cuenta pero el tiempo fue importante ya que se entregó lo mejor de sí.
Toda mi vida agradeceré, bendeciré al Señor por mis padres, familiares y amigos(as) que me han dejado un legado de amor, para poderlo difundir con alegría plena en este mundo, donde cada día encontramos obstáculos para poder compartir y sentirnos amados por los demás.
Hugo Ramírez Cordova.