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[SALUD] «Comer sano no es un tema de status, tiene que ver con la Educación Alimentaria»

La nutricionista ovallina Karla Mónica Araya, analiza los resultados de un informe de la Seremía de Salud de la región de Coquimbo que ubica a Ovalle con más de un 35 % de niños que sufren de obesidad o sobrepeso.

Un informe de la Seremi de Salud señala que en Ovalle, los índices de exceso de peso (obesidad o sobrepeso) en niños y niñas menores de 6 años son los más elevados de la región. En una nota del Diario El Ovallino se especifica que «según el seremi de Salud de Coquimbo, Alejandro García, las cifras en la provincia de Limarí, alcanza un 34,4 por ciento».

En la comuna de Ovalle, señala el matutino, «esto sube un punto más, alcanza a un 35,07 %». En Combarbalá llegan a un 33,58%, luego le sigue Punitaqui con 32,14%; Monte Patria con un porcentaje de 29,91% y Río Hurtado con 28,68%».

Entre los factores relacionados al exceso de peso se encuentra el consumo elevado de productos de bajo valor nutricional y alto contenido de azúcar, grasa y sodio. A la vez, la ingesta habitual de bebidas azucaradas y la actividad física insuficiente.

Karla Mónica Araya Barraza es licenciada en nutrición y dietética de la Universidad de Chile y conversó con nuestro medio acerca de esta situación y destacó que hay un tema de Educación Alimentaria que está siendo la «pata coja» de esta mesa, que tiene a poco más de un tercio los niños de la comuna y la provincia con problemas de peso.

¿A qué se debe que un 30% de los niños de nuestra comuna presenten obesidad y cómo se puede contrarrestar esta situación?
Karla Mónica Araya: «Mira, en realidad los porcentajes son mucho más altos y si lo vemos a nivel macro, a nivel país, estamos con un 60% de niños con sobrepeso u obesidad».

¿A qué se debe esto?
«A que desde la más tierna infancia insisto, ya no hay un compromiso, tanto profesional como personal, con el tema de la alimentación».

¿En qué sentido?
«En que nosotros los nutricionistas debemos, desde la embarazada, empezar a enseñar a comer, sobre todo para llevar un buen embarazo, tener un bebé bien nutrido, que luego siga la línea de desarrollo y crecimiento como corresponde. Me refiero con esto a enseñarle a la mamá a alimentarse bien durante su época de embarazo, lo que va a prevenir enfermedades crónicas no transmisibles, va a evitar diabetes gestacional, otras patologías o desórdenes metabólicos que hagan que el niño, al nacer, las manifieste».

Es una tarea titánica comenzar a cambiar hábitos en la población…
«Al nacer el bebé, tenemos alimentación con la lactancia materna exclusiva, idealmente. También hay forma fórmula maternizadas las cuales, nosotros los nutricionistas, debemos enseñar a la mamá cómo diluirlas y prepararlas para que no sobreconcentren nutrientes, le hagan daño al bebé y alteran su estado nutricional.
Luego, a los 6 meses, al comenzar a comer el niño, lo que es fisiológico, personalmente no sugiero a las madres iniciar la alimentación complementaria antes de los 6 meses e iniciarla con verduras, no con frutas para evitar la adicción de los niños a lo dulce. Luego al año, el niño ya puede pasar a la alimentación más casera, pero controlando sal y excesos de azúcar.
Evitando que los niños coman golosinas desde la más tierna edad, hace que no lo busquen como fuente principal de nutrientes. Eso se enseña y el niño es increíble como traduce esa información.
En la etapa preescolar, hay que controlar las colaciones que se solicitan en los jardines muchas veces solicitan colaciones algunas con diferencias de horas muy cortas y los niños se acostumbran a comer a cada rato o tener un refuerzo alimentario, como la golosina, ante cualquier acción positiva que ellos realizan.
Debemos poner ojo los padres y también nosotros los profesionales para evitar los picoteos intermedios. Evitar que el niño, ante cualquier demanda que haga o que se manifieste con llanto, sea sinónimo de recibir una compensación alimentaria.
Hay que empezar a enseñarle a la gente que el alimento no es un premio, no es un refuerzo para las acciones, es algo que necesitamos para vivir. No es una moneda de cambio».

¿Cuál es su opinión acerca de los kioscos saludables de los colegios?
«Creo que voy a hacer controversial con este punto, porque creo que no deberían existir.
El ser humano subsiste 40 días sin comer. Un niño que va al colegio con un buen desayuno y que se lleva una fruta de colación, no necesita un casino que le presente diferentes cantidades de alimentos no nutritivos, porque en el fondo, las cantidades de horas que pasan desde que desayuna, hace su colación y almuerza, no son tan largas como para necesitar este refuerzo alimentario. Por lo tanto, no deben existir, desde mi punto de vista. Además, porque no presentan alimentos nutricionalmente sanos».

Pero hoy, en los kioscos ya no hay venta de golosinas, por ejemplo…
«Hay alternativas de sándwich con «nuggets» de pollo o pescado, con aderezos varios, hay fajitas, hay brochetas de frutas. Y eso es perjudicial, porque engañan al consumidor».

¿En qué sentido lo engañan?
«Al niño, el hecho de que el kiosco se llame «saludable», le hace creer que el pan con nuggets y aderezos, que una fajita, un completo, un churrasco, a media mañana es saludable. Y eso no es saludable, porque el niño está comiendo muchas más calorías de las que corresponden y obviamente está agrandando su estómago.
Lo mismo las golosinas chicas como los chupetes, las paletas, las gelatinas, tampoco son saludables porque son agüitas con azúcar y colorantes, que al final, van a provocar niños más ansiosos, más activados.
Lo ven las profesoras en aula, que los niños que más alimentos dulces o golosinas consumen, son niños más alterados, más distraídos en la sala de clases y eso está comprobado. Además, esos niños llegan a la casa reclamando, porque no tienen hambre y les da lata comer el almuerzo. Y ahí se desequilibran todos sus horarios de comida».

La nutricionista ovallina Karla Mónica Araya señala que hay que educar alimentariamente para bajar estos niveles de obesidad en los niños (foto: OvalleHOY.cl)

Por lo tanto, hay que tener un orden no sólo en los horarios sino que además, en lo que se va a comer…
«Nosotros, como base, tenemos que tomar en cuenta cuatro horarios de comida: desayuno, almuerzo, once y cena. A eso se le agrega, una colación porque el desgaste mental, en cuanto a niveles de glucosa que genera el estar concentrado y el estar poniendo atención, va a ser satisfecho solamente con una pequeña colación.
En la zona tenemos una gran disposición de frutas y a diferentes precios por lo tanto, una porción de frutas en el horario indicado es ideal para los niños, porque le va a entregar el nivel de glucosa que el niño necesita en ese momento y azúcar que no está tan liberada. Porque la fruta, aparte entrega y aporta fibra y el cuerpo va a tener que hacer un poquito de trabajo para absorber esas moléculas de azucar.
De esa manera vamos a poder controlar diferentes procesos: el nivel de insulina, la ansiedad va a ser controlada, porque si le damos a cada rato se mal acostumbra el cuerpo y eso es bien importante».

Pero, cocinar para una dieta ¿no es más complejo?
«No hay que complicarnos con las preparaciones, porque hay gente que cree que hacer dieta es muy caro porque hay que comprar todo diet o light. O hacer porciones pequeñas o darles tiempo de cocción diferentes.
O muchas veces pasa que, por el tema del trabajo, algunos padres piensan: «mejor llamamos a una pizza» o preparan todo en forma de sándwich, porque que es más rápido, pero si yo pico un poco de verduras y le agrego carne picada, ya estoy haciendo una carbonada y es algo rápido».

¿En esas preparaciones usted recomienda que el sofrito se haga sin aceite?
«Los guisos y sopas no necesitan sofrito, porque la grasa que va a ir en el caldo, la tiene la carne que voy a ocupar, ya sea la pechuga de pollo o una posta o carnes que no tengan grasas visibles.
Muchas veces vamos a la carnicería y nos guiamos por el valor. Por ejemplo, que el Lomo es lo mejor, pero no nos sirve para una carbonada.
Tenemos que fijarnos en que la carne tenga la menor grasa visible, como el Asiento, que es una carne blanda que nos puede servir para preparar una sopa.
Siempre hay alternativas más baratas, en vez de comprar el hueso de costilla o la cazuela especial, que son muy grasientas, mejor compro un pedacito de Punta de Ganso. De esa manera, el caldo va a quedar calóricamente disminuido en términos de grasa, pero sí va a quedar nutritivo en términos de proteína. Seleccionando bien el ingrediente podemos generar un alimento sano».

¿Cómo cambiamos los hábitos en la comuna de Ovalle?
«Inicialmente, lo que yo propondría es que el presupuesto de la casa que va a comida, hay que guiarlo hacia la compra de legumbres, cereales (no necesariamente integrales) y que el arroz y los fideos se preparen según las instrucciones del envase, cuidando que no se recuezan. Que el tallarín quede «al dente».
Hay que sacar del presupuesto la compra inútil: las bebidas, los jugos, las gelatinas, que están llenas de saborizantes y endulzantes.
Sacar también, los alimentos altos en grasas como yogurt y el queso, que son muy adictivos para los niños. Así disminuye se bastante el gasto presupuestario y tener uno más equilibrado.
No necesitamos el tomate más grande a $1500 el kilo, se puede comprar el tomate chico a $500, que va a ser más dulce. Hay que aprovechar la feria, los agricultores locales, la venta del productor que está, a veces, al costado del camino. En nuestra comuna tenemos tanto campo alrededor y no aprovechamos a nuestros proveedores.
Por otro lado, los supermercados están muy buenas ofertas con respecto a las leches sobre todo leche descremada porque hoy tomar leche descremada no es un lujo».

Los productos de nuestra zona son destacados por la profesional de la nutrición (foto: OvalleHOY.cl)

Se habla mucho de la inequidad, en términos sociales, para acceder a una dieta balanceada ¿Qué opinión tiene usted?
El comer sano no es un tema de estatus, no es un tema de «si soy abc1, como más sano», tiene que ver con la Educación Alimentaria. Tampoco hay diferencia entre escuelas públicas y privadas, pues se entrega la misma información. Tenemos que sacar ese resentimiento, aunque genere roncha la palabra, que tiene que ver con si yo estudio en un colegio privado, mi alimentación va a ser mejor que la de una persona que estudia en un colegio público.
Yo puedo ir al supermercado donde tienen las mejores ofertas y optimizar mis compras, porque yo soy el que elijo lo que voy a comprar.
¿Cuál es el problema que yo he visto? La gente cree que el vaso de cierta marca contiene un alimento de calidad. Muchas veces se paga la marca y el nombre del producto y no lo que realmente vale, en cuanto a su capacidad nutricional o el aporte alimentario sano.
No es un tema de inequidad sino de saber elegir. Hay gente que, si lo vemos en términos de status económico, tienen menores recursos pero están mejor expuestas a calidad de nutrientes porque ellos son los que van a la feria o que le compran directo al proveedor. O que muchas veces, plantan los productos, la lechuga, la zanahoria, los tomates, en el patio de su casas.
Y no están comiendo la marca o pagando el diseño del envase que es el absurdo que lidera el mercado alimentario hoy en día y que tiene a nuestros niños todos obesos».

Por Angelo Lancellotti González
Periodista

OvalleHoy.cl