En los últimos días he escuchado de mis pacientes diversas preocupaciones sobre el establecimiento que albergaba hasta hace poco al hospital provincial. La desinformación existente es clara, pero no por ello debemos dejar surgir lo peor del ser humano .
Esto hace que venga a mí memoria la reacción que ha tenido la sociedad y la humanidad en sí frente a una crisis epidémica, que sin lugar a duda después de ser superada deja aflorar cambios de toda índole, desde cambios sociales a económicos e incluso espirituales. Por ejemplo, con la peste negra que asoló Europa entre 1347 a 1351 y que provocó que fallecieran cerca de un tercio a la mitad de la población mundial, hizo surgir en los sobrevivientes mejores hábitos de higiene y a la larga estos tuviesen un mejor nivel de vida, al desarrollarse nuevas tecnologías de labranza y manufactura.
Al igual que el pasado, la amenaza que hoy nos tiene un tanto temeroso, confundidos y dubitativos, provino de Oriente, antes se presentó como una bacteria que habitaba en las pulgas de los roedores de la estepa siberiana y hoy en forma de virus que se originó en la ciudad China de Wuhan, siendo ambos desconocidos en su respectiva época que no tiene cura o vacuna para combatirlo y que vamos aprendiendo de cómo reacciona en el camino.
Con todo, este virus el COVID-19, nos ha hecho cambiar nuestras relaciones sociales y hemos visto surgir a lo mejor y lo peor del ser humano, por un lado tenemos a los “heroicos” profesionales tanto de la recolección de los desperdicios domiciliarios, a los transportistas tanto de personas como de mercadería para abastecer los diferentes puntos del país, así como a los profesionales de la salud que muchos de ellos han dejado el cuerpo y el espíritu para darle lo mejor de sí a los pacientes y por otro lado tenemos a la mezquindad en persona, en aquellos especuladores que venden a precios exorbitantes insumos médicos y de higiene, a sujetos que sabiéndose portadores del virus salen sin ninguna medida de protección y hacen vida “normal” asistiendo a matrimonios, al cine, a bares, al supermercado, sin siquiera interesarle a quien puede contagiar y las terribles consecuencias que ello puede acarrear en personas que tengan enfermedades preexistentes, y tan grave como esa actitud es la de aquellas personas que dicen no querer recibir en la ciudad a ningún contagiado en nuestro nosocomio ubicado en la ciudad.
Este último punto, lo califico dentro de las peores cosas que este tipo de situaciones puede hacer aflorar en la humanidad, porque no tiene nada de humano el negarle sea a quien sea el poder tener asistencia sanitaria en un momento tan delicado, no es propio de ningún ser humano el negarle la atención a otro, cuando la necesita, no es piadoso en absoluto, denotando en sí una pobreza y vacío en el alma gigantesco. Porque una situación es tener miedo, desconocer lo que se avecina, pero otra situación muy distinta es por ignorancia y egoísmo el negarles al que lo necesita la atención que es debida y esto lo digo precisamente por comentarios de que me han realizado respecto al destino del nosocomio que hasta hace muy poco era nuestro Hospital Provincial.
Varias personas me han preguntado acerca de que si se transformará el antiguo hospital en un recinto que albergue a diferentes pacientes enfermos con COVID-19 de todo Chile y de ser así ¿qué se puede hacer para impedirlo? o simplemente arrojan la frase de que es el colmo que así sea. Al principio estuve un tanto confundida al escuchar semejantes observaciones, no sabía si sentirme, desilusionada, molesta, triste o perpleja, pero finalmente opté por decir como siempre lo que pensaba con el respeto que se merece cualquiera que piense igual o distinto a mí persona, porque eso es lo bonito de la libertad y del respeto que los últimos meses ha sido tan mancillada por la izquierda.
A esa pregunta les contestaba si ellos estuvieran enfermos o su madre o su marido, sus hijos o quien sea de su familia, porque ni hablar de amistades o vecinos, y no hubiese capacidad hospitalaria en su “tierra” para recibirlo y requiere de cuidados especiales que preferiría ¿dejarlo morir en la casa? o que quede con secuelas por la enfermedad o ¿que lo pudieran trasladar donde sí tuvieran la capacidad para ser atendido?, todos sin excepción alguna me contestaron que los trasladaran donde pudieran ser atendidos y a reglón seguido les decía pero si ese lugar donde pueden ser atendidos las personas que viven en las cercanías se niegan a que los trasladen, que para poder recibirlos debe ser de la “zona” ¿cómo te sentirías? y es ahí cuando me decían entiendo doctora, o tiene razón o simplemente asentían.
A veces es fácil caer presa del pánico, del miedo, frente a lo desconocido, más sino existe información clara, pero nunca debemos perder lo que nos hace humano, sino estaremos perdidos y condenados a la extinción. Este tipo de situaciones deja aflorar con mayor facilidad nuestros más profundos temores y aprensiones, pero también la misericordia y el lado más humano.
El gran ajetreo que se vivió los últimos días a las fuera e interior del Hospital de nuestra ciudad, correspondía netamente a que se estaban trasladando a sus nuevas dependencias ubicada en la salida norte en el sector Altos de Tuquí y si las antiguas dependencias que albergaron por décadas a este nosocomio se destinan o no a pacientes enfermos en la región o en todo Chile, es algo que le concierne decidir a la autoridad que hasta el momento ha actuado asertivamente.
#CuidemonosEntreTodos
#QuedateEnCasa
Susana Verdugo Baraona.