Hoy quisiera referirme a una situación que prefiero calificar de insólita más que nada, pues ¿cómo es posible que existan personas que concurran a “linchar” la vivienda de un enfermo con coronavirus, siendo que ha tomado todos los resguardos?.
Y aunque no los tomara, ¿quienes somos para tomar la justicia por nuestras propias manos?, acaso nos les resulta conocida la frase que dice “el que esté libre de pecado que lance la primera piedra”, si la persona no cumplía con los protocolos, situación que según entiendo no era así, ya que estaba siguiendo todas las indicaciones de la autoridad, ¿no es más sano y justo el dejar a los organismos e instituciones hagan la pega, lo tomen detenido, lo internen o bien lo formalicen por poner en riesgo la salud de la población en vez de tener que uno tener que recurrir a la violencia?, porque finalmente eso es una forma de violencia.
¿Qué nos pasa como humanidad?, ¿dónde quedó la generosidad que nos caracteriza y nos hace destacar como país a nivel mundial?; lo que me preocupa profundamente es que cada día sabemos de más casos de este tipo, como por ejemplo lo que les ha ocurrido al personal de salud, enfermeras, médicos, técnicos paramédicos, auxiliares, etc. que trabajan no sólo directamente con personas enfermas con coronavirus, sino que simplemente se desempeñan en el área de la salud y es donde su propia comunidad, donde residen, la que los ha marginado y les han exigido que se marchen para no contagiarlos. Esto habla más que nada de que estamos enfermos como sociedad pero no de coronavirus, sino con algo mucho peor y dañino, que es estar enfermos del alma.
Es lamentable que este tipo de situaciones hagan aflorar lo peor de la humanidad, porque no tiene nada de humano el negarle sea a quien sea el poder tener descanso en tranquilidad cuando está atravesando una enfermedad que hasta el día de hoy tiene más interrogantes que respuestas o la asistencia en un momento tan delicado, no es propio de ningún ser humano el negarle la atención a otro, cuando la necesita, no es piadoso en absoluto, denotando en sí una pobreza y vació en el alma gigantesco. Porque una situación es tener miedo, desconocer lo que se avecina, pero otra situación muy distinta es por ignorancia y egoísmo el negarles al que lo necesita la atención que es debida o a quienes están exponiendo su vida día a día el llegar tranquilos a sus hogares y poder tener el debido descanso.
Los insto nuevamente que nos sentemos a reflexionar y pensemos que Chile es el que queremos, si queremos un Chile violento, desinteresado en lo que ocurre con nuestro vecino, falto de respeto o bien si queremos un lugar como el que teníamos antes y para ello creo que debemos hacer un alto y decidir qué es lo mejor que nos puede pasar.
Es labor de todos el contribuir a la paz social, al autocuidado y al respeto, respeto que hace mucho tiempo se ha perdido, se pierde cuando se les insulta a los profesores en los colegios, se ha perdido cuando se agrede a Carabineros, se pierde cuando se le levanta la voz y se le desobedece a los padres y así en tantas otras situaciones; les pido que antes de actuar no sólo ahora, sino en las decisiones que tomemos en nuestra vida diaria, velemos porque nuestras acciones siempre estén dentro del marco del respeto, porque de ser así, siempre sabremos que lo que estamos haciendo es lo correcto, respetémonos, porque así es la única forma de que como sociedad avancemos en pro del bien común.
Susana Verdugo Baraona