Este año 2020 que estamos finalizando fue marcado por este Covid19 que trajo para nuestro país graves consecuencias entre las cuales está el dolor de perder un ser querido, o en otros esta enfermedad que trajo graves malestares que hasta el día de hoy causan estragos.
Nadie puede tener la certeza que no se puede contagiar, pero sí la esperanza que trae esta vacuna para muchas personas, pero no solo está lo que causa sino también lo que han vivido miles de familia que por la pérdida de trabajo de uno o más integrantes están viviendo situaciones angustiosas que son difíciles de prever para el futuro. Solo esperar que se reactive la economía para volver a tener trabajo para tantos y tantas personas, que se deje lado esas pequeñeces de todos los sectores políticos y velen por el bien común, que no se farandulice esta situación que se está viviendo, que haya un mejor entendimiento y no se saque dividendos para sus propios sectores sino que todo sea para la gran mayoría de las personas.
Hoy necesitamos construir un país de hermanos que se dignifique la persona humana en toda su dimensión, como cristiano en el cual tenemos un referente Jesús que nos mostró en su vida el ser humilde y respetar en toda su condición a la persona dándole un trato preferente, multiplicando los panes, visitando los enfermos, consolando y mostrando el verdadero amor; el de entregar su vida por ellos.
Comenzamos ya a vivir un nuevo año, esperando que sea marcado por la solidaridad, fraternidad y poder reparar las fuerzas tan necesarias, para entrar con todas las ansias de lograr que éste sea menos agitado o estresante y se logre el término de esta pandemia con soluciones reales, pero aun sabiendo las debilidades que vivimos en un mundo donde todo se hace presuroso, vertiginoso, debemos mirar bien que todo lo que hemos vivido es gracias a nuestro Padre Dios que nos ama, que cada día nos bendice, pero sobretodo nos protege de todo el mal.
Hoy se hace necesario mirar hacia lo alto y levantar nuestras manos agradeciendo con una oración, todos los bienes que él nos muestra y nos da, sobretodo a nuestras familias con las cuales vamos caminando, y lograr que cada uno se realice como persona, capaz de superar todos los obstáculos que encontramos en este andar.
Y la enseñanza que hemos aprendido con dolor es darse el tiempo de expresar a las personas lo que muchas veces callamos; que los amamos, no solo con palabras, sino con un abrazo; o una carta lo hermoso que ha sido tenerlos a nuestro lado todo este tiempo. ¿Cómo valoro a las personas que están haciendo un camino junto a mí? ¿Con que disposición me encuentro hoy al empezar un nuevo año? ¿Cómo está mi vida familiar y con que desafíos me encuentro hoy?
Son muchas más las preguntas que nos podemos formular, pero debemos mirar hacia nuestro interior y saber a ciencia cierta qué camino tomar, con qué disposición me encuentro este año para proyectar los deseos y esperanzas que surgen en este dialogo profundo que he descubierto al mirar el rostro de Dios, no nos debemos olvidar que somos frágiles, débiles y esto trae consigo, que a veces no somos capaces de realizar lo que se proyecta en la vida como un ideal. Si cada día nos levantamos y avanzamos es porque nuestra vida se hace fuerte; es porque detrás de nosotros esta Dios, que nos recoge y nos levanta cuando nos sentimos abrumados, desolados o faltos de fuerza. Es en Dios donde encontramos la fuerza, la cercanía por hacer de cada día algo esplendoroso y hermoso, solo en él encontramos el verdadero sentido de ser hombre y mujer.
Se que cada uno(a) tiene sus proyectos o metas que cumplir, pero hagámoslo siempre mirando a toda persona como nuestro(a) hermano(a), a la cual debemos respetar, aún sabiendo que ella o el muchas veces no es de nuestro agrado o simpatía, pero valoremos realmente que hace esfuerzos por mejorar o ser mejor.
Como enseñanza que nos ha dejado esta pandemia vemos que la vida a veces puede terminar abruptamente, nadie sabe su hora o cuando el Señor nos invita a estar a su lado, si llega ese momento nos podremos presentar y decir que hicimos todos los esfuerzos posibles por ser mejor persona.
Te invito con un corazón agradecido a que desde el fondo de nuestro ser, brote espontáneamente un deseo de ser luz, en un mundo que cada día vive en mayor oscuridad, porque nos dejamos llevar por otros dioses que más cargas le ponen a las personas, sobretodo los desencuentros, la falta de amor, el individualismo, la despreocupación por el hermano, el egoísmo, la falta de caridad; son innumerables los hechos violentos, en que no se respeta la vida, que es el mayor don que Dios nos entregó desde el momento de la creación. Seamos hoy y no mañana; testigos, testimonios del amor de Dios, que realmente en él encontramos la felicidad y, ser junto a otros sembradores de esperanza.
Ojala este año sea venturoso y encuentres en el hermano(a) un caminante que va contigo, poniendo todos los esfuerzos en hacer realidad y posible el Reino de Dios.
Gracias Padre porque te hiciste uno de nosotros en tu Hijo muy amado Jesucristo y a través de él nos traspasaste todo tu mensaje de amor, pero de manera especial que somos tus hijos(as) muy queridos(as), en el cual tú te proyectas, para ser realmente multiplicadores y germinadores de tu anhelado deseo de ser realmente hermanos, que contamos con un gran tesoro que es la confianza que nos regalaste al darnos el don de vida.
Gracias porque se siente tu presencia y tu protección en el andar del día a día.
Gracias infinitas gracias por ser tu hijo(a) amado(a), con el cual gozas todos los esfuerzos por ser fiel a tu mensaje de amor, haciéndolo realizable en la vida de familia, de padre, de madre, de hijo, de hija, de trabajador.
Gracias por regalarnos un año más de vida, sabiendo que tú nos acompañas a pesar de nuestras limitaciones.
Gracias Dios por ser un Padre providente, en el cual nos dejamos confiar, colocando todas nuestras potencialidades en el ser un buen servidor de tu Palabra y un verdadero mensajero de tu amor.
El amor es paciente, servicial y sin envidia. No quiere aparentar ni se hace el importante. No actúa con bajeza, ni busca su propio interés. El amor no se deja llevar por la ira, sino que olvida las ofensas y perdona. Nunca se alegra de algo injusto y siempre le agrada la verdad. El amor disculpa todo, todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta.
Ahora tenemos la fe, la esperanza y el amor. Pero el mayor de los tres es el amor. (1 Corintios 13, 1-7, 13)
Hugo Ramírez Cordova.