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¿Propaganda o contaminación visual?

Voy por el sector centro de Ovalle y veo que la belleza del parque Alameda, orgullo de la ciudad, ha sido abruptamente alterado por una maraña de carteles con propaganda electoral.

En los próximos días serán las elecciones de alcaldes, concejales, gobernadores y convencionales constituyentes y sucede lo que en cada oportunidad: la contaminación visual de los lugares de mayor circulación de personas, entre estos plazas y la alameda.

Entonces me acuerdo del artículo “¡Ah la propaganda!” publicado por mi padre (Tomás Alfonso) en marzo de 1960, en el antiguo diario La Provincia  ¡hace 61 años!, en la que él denunciaba algo similar.

“La proximidad de las elecciones produce una euforia colectiva realmente admirable”, comienza diciendo.

La semana pasada he visto a Santiago con más trapos tendidos al sol que en una población en día sábado. En las avenidas los cables y postes gimen abrumados por carteles y afiches de todos portes y colores.

En algunos cables donde se ha colgado afiches de distintos partidos, el viento hace con ellos curiosas combinaciones políticas. Una noche corre a los izquierdistas a la derecha, o a los derechistas a la izquierda; a la siguiente los junta  con el centro para después separarlos en grupos tan heterogéneos como se ven en la política real. Hay días en que amanecen sobrepuestos , casi como si estuvieran abrazándose candidatos que no pueden verse.

La plaza Baquedano es una especie de lavandería china, o una fantástica feria donde los telones  y carteles se multiplican, se entrecruzan, se enredan, se sobreponen y, por último, se tapan unos a otros en forma tal que no se ve ninguno en particular. Es un solo flamear de lienzos, letras y colores, donde resulta fácil creer que un Larraín va en la lista Comunista con la letra y el número de un candidato Radical.

He llegado a Ovalle y he encontrado aquí ya extendida la epidemia”, agrega más adelante.

Han transcurrido seis décadas y el fenómeno  continúa  igual. Publicidad electoral por doquier; En balcones, sitios eriazos, en antejardines de viviendas, pero en especial en paseos públicos.

Y en pocos metros (como recuerda el artículo de mi padre) comparten candidatos de distintas corrientes políticas o de pensamientos sociales: de derecha, centro, centro derecha, centro izquierda, izquierda, izquierda-izquierda… en fin. Que sin duda tienen que confundir a los transeúntes. Mas aun con la fragmentación de los viejos bloques partidarios en mini- micro partidos que buscan espacios para competir contra los otrora poderosos bloques políticos. En los que se confunden el genuino espíritu de servicio público con las ambiciones personales de obtener una pequeña cuota de poder.

Lo cierto es que uno no puede sino preguntarse al ver esta situación: ¿Qué tanto influirá en la voluntad de voto del hombre de la calle que pasa a metros casi sin advertirla? O, peor aún, que termina aún más confundido con ese bombardero de información?

¿Propaganda o solamente contaminación visual?

M.B.I.

OvalleHoy.cl