Cuando nuestra ciudad de Ovalle está cumpliendo 184 años de vida me referiré en esta oportunidad a un aspecto quizás un poco trivial a simple vista de quienes han sido Alcaldes o Alcaldesas, el principal cargo de autoridad de nuestra Comuna y que tiene que ver con la presencia, caballerosidad y muestras de respeto que han mostrado hacia la comunidad bajo su mando, hechos sumamente importantes para tener una buena convivencia con la vecindad.
Abarcaré sólo a quienes en el tiempo tuve oportunidad de conocer desde mis primeros años de infancia y con los cuales uno podía tener diferencias de visión de como conducir la comuna o diferencias políticas o religiosas o de cualquier tipo, que pueden haberse equivocado en muchas ocasiones, que su legado haya sido intrascendente, pero que sin embargo ante la caballerosidad o la simpatía que mostraban y la presencia que imponían a uno sólo le cabía mostrar respeto e incluso en algunos casos admiración.
Eran personas que bajo este punto de vista se imponían ante sus vecinos , le daban relevancia al cargo que ostentaban ,por lo que pese al paso del tiempo nos seguimos refiriendo a ellos como EL SEÑOR ALCALDE O LA SEÑORA ALCALDESA, con una atención y una consideración tal que no se pierde , produciéndose lo básico del respeto que es la interacción social armoniosa y la valorización de la comprensión hacia el otro, habiendo entonces reciprocidad con la comunidad.
Ya lo decía antes, uno podía no estar de acuerdo en todos los ámbitos con quienes nos dirigían , pero su tolerancia, su respeto a la diversidad de ideas, opiniones y maneras de ser, transformaban estas características en una sana convivencia, probablemente tuvieron exabruptos pero estos los manejaban privadamente o con la reserva propia del caso.
En este somero análisis como olvidar la sabiduría y el manejo político de Clemente Fuentealba Caamaño y la bonhomía de Juan Villalobo Vega, que dicho de paso para mi orgullo personal fue mi padrino de comunión y quien me regaló mis primeros libros de piratas que me entretuvieron y me hicieron soñar todo un verano. La pertenencia y amabilidad de Patricio Ramírez Araya; la presencia y humildad de Tomás Yagnam Manzur; el aplomo y la franqueza de Rodrigo Sugg Pierry; la gentileza y la galanura de Marta Barrios Cortés; la sencillez de Hugo Pinto Reyes, la seriedad de una Silvia Morey Jiliberto, la inteligencia y decisión de Eugenio Darrigrande Pizarro; la caballerosidad y la afabilidad de Sergio Peralta Morales; la elegancia y el buen vocabulario de Alberto Gallardo Flores y la prestancia y simpatía de una Marta Lobos Insunza.
El ejemplo de todas estas personas y su proceder en el cargo y el tiempo hace poco probable que alguna vez tengamos en ese sitial a una primera autoridad que haga del maltrato verbal con sus funcionarios y sus vecinos su sello personal como una forma de contactarse.
También es impensable tener a alguien que responda en público a un improperio que le lance un vecino y más impensable, que en un acto público agreda verbalmente o físicamente a otra autoridad o que actúe sin criterio y con afanes revanchistas.
No quisiera que nunca tuviéramos ocupando el principal cargo comunal a alguien con estas características, siendo por lo tanto mi deseo en este aniversario y que es el de muchos ovallinos, que en el futuro sigamos teniendo personas con las características de las ya nombradas, que pueden en algunos casos no haber tenido una gestión exitosa, pero que honraron el importante cargo para el cual fueron elegidos, ya sea directa o indirectamente: ser nuestra Primera Autoridad Comunal.