Uno de los momentos más gratificantes para un escritor es –a mi juicio- aquel en que se encuentra con sus lectores para conversar sobre su obra y otros asuntos. No es usual que esto ocurra para un escritor local aficionado como es mi caso. Y por eso mismo lo destaco en esta nota.
Hace pocos días tuve la oportunidad de compartir con 18 estudiantes de cuarto año de enseñanza media acerca de mi libro “Cuentos para Manuel”, obra premiada en un concurso municipal de La Serena y publicado en 2014.
Durante poco más de una hora sostuvimos un diálogo abierto y dinámico con estos jóvenes que evidentemente habían leído mi libro – a instancias de su profesora de lenguaje- pero no se notó en ellos el carácter obligatorio de la tarea, más bien percibí agrado de estar ahí, participando en una actividad distinta a la clase tradicional.
Sus preguntas, muy diversas, me hicieron hablar con gusto de algunos personajes de mis cuentos, del proceso creativo, de las influencias de mi profesión de periodista en mi afición de escritor y de otros asuntos.
Hablar de la obra propia es hablar sobre la vida de uno, de sus avatares, de sus recorridos, de sus aventuras y desventuras, lo que puede parecer un proceso muy egocéntrico, pero los cuentos siempre son -por definición- ficción y no vida real. Uno simplemente aprovechó el cercano paso de la muerte para escribir sobre la parca o alguna víctima de la delincuencia o del terror de Estado. Así escribí “A mano armada” y “Relato de un ex soldado”.
Uno vive aquí, a pocos kilómetros de los mejores observatorios astronómicos del mundo y eso le permite, con un poco de imaginación, escribir “Galaxia Coquimbo”, un relato algo de policial y de historia de amor. Y uno, claro, no vive o se desvive para andar contando historias, pero si las cosas pasan en la realidad es posible transformarlas, adaptarlas, manipularlas para que uno que otro lector las encuentre interesantes, entretenidas o motivadoras.
Mi visita al colegio Trinity School de La Serena formó parte del segundo ciclo de conversatorios entre estudiantes y escritores pertenecientes a la Sociedad de Escritores de Chile SECH, Filial Gabriela Mistral, Región de Coquimbo 2015.
Este año participaron también Edmanuel Ferreira Mondaca, con su libro de cuentos “Más allá de la muerte”; Iván Ramírez con su obra “El crimen de la calle Arauco”; Luis Eduardo Aguilera, con “Un río de estrellas”; la educadora Elena Jiménez y su libro de poesía “Fósiles”. Y cerró el ciclo de 2015, la profesora de Illapel Ana Leyton con su más reciente obra, “Relatos militantes”.
Si cada colegio -público o privado- de la Región de Coquimbo realizase actividades similares a éstas, me atrevo a pensar que cuando se aplican las pruebas del ministerio de educación, los índices en lectura y escritura deberían ser bastante mejores. Pero no hay peor error que obligar a leer; si no hay una mínima automotivación cualquier libro que sea leído pasará inadvertido entre las infinitas horas dedicadas a la televisión, la navegación por internet y los mensajes de texto enviados por teléfonos inalámbricos. He dicho.
Por Gabriel Canihuante Maureira
Artículo publicado en la página “En el Andén de los Sueños” de Luis Aguilera, y en el diario electrónico de La Serena El Observatodo.
