En marzo cumplí 72 años y durante esos días recibí gran cantidad de saludos a través de las redes sociales, o de personas que me detenían en la calle para saludar. Sin embargo para este proceso de envejecer no hay manuales, he tenido que ir aprendiendo sobre la marcha. Es decir soy un viejo autodidacto.
A mi familia sin embargo le ha costado entenderlo.
Primero, entender que tengo un genio de m… que se me ha ido empeorando con los años. Es de familia. Y si me buscan, por más que intente contar hasta diez, con suerte llego a tres antes de estallar. “Viejo Odioso”, me dicen.
También he empezado a olvidar cosas. Si me encargaron quince artículos del supermercado cuando salgo al mediodía llego con catorce.
¡Te faltó el vinagre… pero si estaba clarito en la lista!
Me gustaría que entendieran que no me olvido de las cosas porque quiero sino porque algo en mi cerebro ha empezar a funcionar mal, a deteriorarse.
Mejor no preguntar qué remedio me toca a la hora de la cena.
- Mil veces te hemos dicho que es la Atorvastatina! ¡La Atorvastatina! Y todos los días preguntas lo mismo: (Imitándome) “¿Qué remedio me toca a esta hora?” “¿Qué remedio me toca a esta hora?”
Que si me recuesto en la cama a ver televisión o me siento a leer no es por flojo, sino que es que mi cuerpo y mi cerebro no funcionan como antes y cada cierto tiempo necesitan reposo.
¿Y mi papá?
- Allá arriba, en su trabajo, “echado” viendo televisión.
Hace diez años, después de regresar del trabajo del diario, había que obligarme para ir a la cama a la 1.00 de la madrugada porque me quedaba delante del computador escribiendo un cuento o una novela. Hoy a las 22 horas estoy buscando solito la cama porque el cerebro y el cuerpo así me lo piden.
Y hago esfuerzos por aprender a envejecer: que no tengo que enojarme y menos estallar cuando me “buscan”, que no tengo que olvidarme de las cosas que tengo que hacer durante el día, etc.
Tal vez escriba un libro de autoconsulta: “Como Envejecer con Dignidad y no Morir en el Intento”. En una de esas se convierte en un super venta.
Según el documento de estudio “Envejecimiento en Chile, evolución y características de las personas mayores”, que el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) dio a conocer con el objetivo de entregar un panorama amplio del fenómeno del envejecimiento poblacional, nuestro país se encamina a una etapa muy avanzada de envejecimiento poblacional debido a la persistente baja en los niveles de fecundidad, la reducción de la mortalidad en edades tempranas y la mayor esperanza de vida, la que superaría los 85 años en 2050.
El porcentaje de personas de 60 años y más que vive en Chile, respecto a la población total, ha ido aumentando progresivamente en las últimas décadas, y si en 1992 este grupo etario equivalía al 9,5% del total de habitante del país, en 2022 aumentó al 18,1% y se espera que en 2050 las personas mayores equivalgan al 32,1% de la población.
La mayoría de esas personas seguirían siendo las de la tercera edad (60 a 79 años), pero la proporción de este segmento, dentro del total de personas mayores, tendería a descender, pasando de 83,6% en 2022 a 72,0% en 2050. Por el contrario, la cantidad de personas en la cuarta edad (80 y más años) aumentaría más de tres veces su tamaño en igual período y representaría el 28,0% del total de personas mayores en 2050.
Como ven, este no es un problema sólo mío, sino que es un problema país, y para abordarlo, la tendencia debería ser el aumento de la especialización en gerontología, el incremento en recintos especiales que nos atiendan a los viejos, la necesidad incluso de mejorar sus capacidades en el uso de tecnologías como el internet, para que puedan optar a la telemedicina, sin necesidad de madrugar para trasladarse kilómetros hacia un recinto asistencial, donde tendrán que esperar horas bajo el frío o el calor, etc.
En fin, tema hay mucho.
Enciendo el computador y una vez que este carga (se ha puesto tan “lento” como yo) me quedo delante de la pantalla en blanco.
- ¿Qué haces ahí tanto rato, como leso delante del computador sin hacer nada – me pregunta la Gorda, mi esposa que se asoma a la puerta de mi oficina al no escucharme trabajar.
La miro confundido.
- Es que iba a escribir de algo y no me acuerdo de qué.
Mario Banic Illanes
Escritor.