«… mientras la luna en Notre Dame huye de la tormenta…»
Así cantaba Miguel Bosé hace muchos años atrás en su famosa canción «Amor Relámpago».
Yo ni soñaba que alguna vez podría estar en esa maravillosa Catedral. Pero Dios ha sido demasiado generoso en mi vida que me ha brindado el cumplimiento de todos mis sueños. Y sí pude ir a Europa y… conocer Notre Dame.
Una maravillosa obra de arte y de arquitectura con 850 años de antigüedad que aseguran fué Carlomagno quien puso la primera piedra.
Pero aparte de sus maravillosos rosetones de cristal de 13 metros de diámetro, y la exquisita arquitectura de este sublime y majestuoso monumento. ¿Que más cobija Notre Dame?. Nada más y nada menos que la Santa Corona, la que según los creyentes sería la que portaba Jesús, además de un pedazo de la cruz y un clavo usado en la crucifixión.
De allí a que la noticia del incendio conmocionara al mundo entero. Y el arte, la cultura, la literatura, la historia y la religión, habrían sufrido una gran pérdida.
Pero el Señor siempre pone su mano para detener la tragedia, y está vez puso a Jean-Marc Fournier, capellán del servicio de bomberos de París quien entró a la catedral con otros bomberos para ayudar a salvar las reliquias y tesoros de valor incalculable para todo el mundo y que se encontraban en el edificio. Y estas reliquias y tesoros fueron salvados.
Pero Fournier no solo estuvo en Notre Dame. También ayudó a las víctimas en un ataque terrorista que ocurrió el 2015 en la ciudad luz. Por eso, y con justa razón, Fournier ha sido aclamado nuevamente como un héroe.
Habiendo respirado todo el planeta porque Notre Dame solo perdió su «aguja». Solo me queda contarles que las monedas que traje de recuerdo para todos mis hijos de esa majestuosa Catedral, hoy las queremos mucho más.
Un gran abrazo
Pedro Vargas
