En el paseo peatonal de Ovalle, además de vendedores ambulantes arrancando de carabineros, artesanos en orfebrería, y vendedores de discos a veces se puede encontrar visitantes peculiares.
Tal vez no tanto si se recuerda que aún somos una ciudad con raigambre campesino en la que conviven la ruralidad con la modernidad.
Ayer sorprendimos en el popular paseo comercial a dos personajes llevando sendas burras y ofreciendo a viva voz “leche de burra” a los transeúntes, atentos a la aparición de algún carabinero. Aunque en verdad sería difícil huir y ocultar una burra a la presencia policial, como hacen los vendedores callejeros.
Lo cierto es que esta es una práctica antigua, y consiste en vender a quien se interese un dedal de lecho, obtenida directamente de la ubre del animal.
Es que es conocido el prestigio que tiene esta leche contra ciertas irritaciones intestinales y diversas afecciones nerviosas. Es muy semejante a la de mujer, aunque más ligera; contiene menos nata y cáseo que la de vaca, pero más materia azucarada; es temperante, un poco laxante, etc.
Aunque por sus características, es muy difícil mantenerla mucho tiempo al aire libre, por lo que habitualmente se consume “al pie” de la burra.
Se dice que también tendría propiedades hidratantes para la piel. La leyenda asegura, por ejemplo, que la reina Cleopatra solía darse baños en leche de burra, lo que la habría ayudado a conservar la belleza de su piel.
M.B.I.