Obviamente existen muchas diferencias entre nuestro país y en el de los gringos. También hay innumerables semejanzas. ¿Podemos aprender de los norteamericanos y ellos de nosotros? Veamos.
En efecto, sus presidentes son millonarios. Uno mucho más que el otro. Y las fortunas a veces ocasionan rumores. A Trump lo acusan de vínculos con mercados chinos y evasión de impuestos. Al nuestro, sus propios compañeros de ruta le enrostran el fraude del banco de Talca y uso indebido de información privilegiada en caso LAN.
Ambos han recibido una derrota en elecciones recientes. Donald Trump amenaza con no abandonar la casa de gobierno alegando fraude electoral y ya su coalición política empieza a desmoronarse y lo van dejando solito. Sebastián Piñera también perdió y si tratamos de explicar esta paliza en términos futboleros, estaríamos hablando de una boleta de 8 a 2. Sus partidarios, hace rato, no le hacen caso o lo congelan y sus ministros duran unos pocos días en sus labores.
Cuando todo el mundo espera su concurrencia y mensaje tradicional de aceptación de la derrota, Trump se dedica a jugar golf. Piñera, y familia dan el bajo a un pizza mientras la capital vivía jornada de protesta finalizando con 308 detenidos, 156 policías heridos y 11 denuncias de civiles violentados.
Además enfrentan graves problemas sanitarios por el Covid-19, económicos, orden público y especialmente violencia y delincuencia. Los cuidadores del orden público en todas las latitudes creen que todo vale. Los policías, por ejemplo, que asfixiaron a George Floyd en Minéapolis fueron inmediatamente despedidos. Acá la cosa es terrible de lenta. Para colmo, aparte de los abusos, hay que aguantar imágenes que muestran claramente las fechorías pero con palabras tratan de convencernos de todo lo contrario. En resumen, para esta gente, “empujó” es sinónimo de “se cayó”, en el lamentable y gravísimo caso del adolescente del puente Pío Nono.
Volvamos al tema eleccionario. Donald Trump alegó que en al inicio iba primero. Ni corto ni perezoso, junto a sus partidarios, exigió parar el conteo de votos. “Ya gané” –dijo. “Dejen de contar”. (¿Ejemplo democrático?)
Acá en Chile, reconozcamos, hay mucho más honradez y espíritu democrático en la Derecha (sic). Nadie, absolutamente nadie, de Las Condes, Lo Barnechea o Vitacura se atrevió a pedir que dejaran de contar los votos porque en esas tres comunas (de un total de 346) había ganado el Rechazo. Se arriesgaron y dijeron: ”Sigan contando nomás”. Resultado: perdieron a lo largo y ancho en el resto del país con la excepciones de Antártica y Colchane. (¿Qué le parece?)
Para que seguir! Hay muchas otras diferencias y semejanzas entre Chile y Estados Unidos.
En fin, la actitud del saliente presidente norteamericano deja mucho que desear. Atraviesa una feroz pataleta que me trae el recuerdo de las pichangas de barrio en las cuales el dueño del balón cuando iba perdiendo, se enojaba y se llevaba la pelota para su casa. (Aclaro que nunca tuve un balón de fútbol).
Donald Trump todavía no puede creer que más de setenta y cuatro millones de electores estadounidenses le dijeron no. Sólo resta esperar que Chilindrina lo aconseje: “Acúsalos a tu mamá, Donald”.
Iván R. Anticevic B.
Profesor