InicioultimasOpiniónChofer de circo me sacó a pasear la parentela porque le tomé...

Chofer de circo me sacó a pasear la parentela porque le tomé una foto

09- 08- 15 Calle CAMIONETA 09- 08- 15 Calle CAMIONETA 2Salía de compras pasado el mediodía de ayer cuando veo desde la avenida La Chimba hacia Yungay una camioneta ingresando en contra del sentido del tránsito. Era una camioneta de propaganda del circo Las Águilas Humanas con enormes bocinas exteriores a todo volumen.

Me despreocupo de ella sin embargo porque en esos momentos , aprovechando un descuido, nuestra perra galga, la Zarigüeya escapa hacia la calle. Como está en celo, llamo hacia el  interior a la Gorda, mi esposa, para que esté atenta con ella. No escucha con la bulla de los altoparlantes (que están a cincuenta metros de distancia), entro a la casa y se lo digo.

Cuando salgo, con la vista empiezo a buscar a la Zarigüeya y veo que la camioneta ingresa en contra del tránsito por calle Yungay con los parlantes a todo volumen. Pero dobla con el pasaje más próximo.

Voy hacia el pasaje que está al oriente para ver si está la perra. Pero no la veo. Me devuelvo hacia el pasaje al poniente de nuestra casa, sin embargo tampoco está. Sí están dos muchachas que arrojan volantes a los jardines de las casas, mientras que la camioneta del Circo está detenida a veinte metros con los parlantes encendidos. Aún a esa distancia el ruido es molesto e imagino la incomodidad de los vecinos.

Aprovechando que estoy ahí, saco mi cámara y tomo dos imágenes, pensando en hacer más adelante una nota de la contaminación acústica en la ciudad. Veo que la camioneta retrocede en mi dirección por el pasaje, pero me despreocupo y vuelvo en dirección a la casa. Ando buscando a la Zarigüeya.

Es que la Gorda me ha advertido:

–    La perra anda el celo… es tu responsabilidad si se cruza con un perro de la calle.

De pronto escucho que me llaman. Es el conductor de la camioneta que estacionado en la esquina me grita a la distancia:

–    ¿A quién le tomai fotos h…? .

Me sorprende  su agresividad

–    Te tomo foto a ti. Es que no podís andar metiendo bulla de esta manera – le respondo.

–    ¡Y que te molesta c… – agrega mostrándome el reloj de su muñeca – Son las doce del día, a quien voy a molestar a esta hora, ah?

–    Claro que molestas. No te puedes estacionar con los parlantes encendidos poh.

–    Yo estoy trabajando CTM… amargado. Estoy trabajando.

Me aproximo a la camioneta, y veo que su rostro está congestionado, rojo de ira. Y no le importa que las dos muchachas que repartían los volantes se han subido al asiento posterior.

–    C… amargado nomás. Te creís porque vivís en una casa. CTM amargado – insiste en sus insultos a toda voz  a pesar que estoy al lado de él, parado al lado de la puerta del vehículo.

Es tanto, que una vecina, alertada por los gritos  sale a la puerta de la casa y observa asombrada.

La ira descontrolada del individuo termina por causarme risa. Es un espectáculo grotesco.

–    Ándate con tu circo de la ciudad mejor. Anda a meter bulla a otra parte, anda a contaminar a otro lugar – le digo riendo mientras me alejo.

Claro, corro el riesgo que abra la puerta de la camioneta y el energúmeno en una de esas sea el hombre forzudo del circo y me saque la cresta. Y con la bulla de los parlantes la Gorda no escuche para salir a defenderme.

Mientras me alejo el tipo sigue gritando a la distancia:

–    ¿Qué te creí c… amargado, CTM… amargado nomás

La vecina, cuando paso frente a su puerta, me dice que por qué no lo denuncio. Pero me encojo de hombros. No vale la pena.

Una cuadra más arriba, otro vecino me cuenta que minutos antes también tuvo un problema con él, porque salió a pedirle que no se detuviera frente a la casa porque había guaguas durmiendo. Y él chofer, indignado le mostró el reloj respondiéndole groseramente.

Esto no pasa de ser algo anecdótico. Pero en el fondo nos permite reflexionar con la liviandad que la Municipalidad otorga permiso a gentes que llegan cada cierto tiempo para que promuevan sus espectáculos a través de alto parlantes. Y lo que antes era algo simpático “Vengan a ver el circo, vengan a ver el circo”, y uno salía alegres a recibirlo para saber cuándo serían las funciones, o las atracciones que venían, hoy se ha descontrolado. Dos o tres vehículos que todos los días, a toda hora recorren las poblaciones con equipos de alto volumen, que no solo pasan, sino que se detienen en las esquinas, en medio de una cuadra, en los pasajes, sin respeto por los moradores del sector.

Este tipo de publicidad ahora debería estar circunscrita a los eventos solidarios, bomberos, hogar de ancianos, etc, pero no a los comerciales. Para eso están las radios, los diarios, incluso la publicidad estática callejera. ¿Imaginan que cada comerciante salga a la calle con su auto y altoparlantes en el techo para promocionar su negocio?

Cuando regreso a la casa con las compras, no más abrir la puerta me espera la Gorda. Se la ve molesta.

–    ¿Qué pasó con el tipo del circo, ah?

Deben haber sido las vecinas las que vinieron a contarle a la casa. O tal vez las ha encontrado en el almacén y le transmitieron el chimento.

–    No es nada hija, solo un intercambio de palabras con el tipo. Nada serio.

–    ¿Cómo que nada serio? Si me dicen hasta te sacó a pasar la parentela…

Y se va hacia la cocina refunfuñando:

–    Si hubiera sabido, se las hubiera visto conmigo el fulano ese ¡!

Ese era precisamente el temor mío. ¿Se dan cuenta lo que pudo haber ocurrido?. Al día siguiente los diarios hubieran titulado: “DUEÑA DE CASA DA PALIZA AL FORZUDO DEL CIRCO… INSOLITO”.

En una de esas la Gorda aparece en la portada de La Cuarta.

Mario Banic
Escritor

OvalleHoy.cl