Buceando un poco, aguantando la respiración y tratando de ver debajo del agua un tanto turbia, podemos ver que, de repente, todo aquello que se dio por natural, por normal, deja de serlo y salen todos diciendo que estábamos equivocados, que siempre dijimos que no deberían ser así las cosa. Increíble. Ahora todos pensamos igual y ahora sí todos escuchan al pueblo..
De repente, se acabaron los “atentados terroristas” en la Araucanía ¿se dieron cuenta de eso?.
De repente, en un par de días escuchas a todos los políticos – excepto los lobos disfrazados de corderos que aprovechan los micrófonos para hablar en contra de Bachelet y el socialismo (Freud tendría un par de explicaciones para esa fijación) – hablar sobre justicia social, sobre igualdad, proponiendo soluciones para los abusos sociales. Es que es impresionante como todos, ahora tienen soluciones para las injusticias que se han incubado desde hace mucho rato.
De repente, puedes ver y escuchar a tantos y tantas, que defendieron el sistema neoliberal, amigos/as mías incluso, que se enfadan porque a “los pobres se les da de todo” ( eso no lo entiendo mucho en verdad e imagino que se refieren a la pensión solidaria y al bono de invierno ), decir que ojalá se les dé más beneficios a los más pobres y a la clase media. Claro que algunos están calladitos, muy calladitos.
De repente, en el fragor de la protesta, aquellos que cada vez que veían desmanes en alguna manifestación, generalmente pacífica pero desenfocada gracias a los medios, gritaban pidiendo a los militares en las calles, hoy ya no los quieren y piden que se vuelvan a los cuarteles.
De repente, sin más, aquellos que denigraron a los migrantes, que discriminaron a los más vulnerables argumentando el valor de sus casi insignificantes beneficios de estar encasillados en una clase social media alta o alta, hoy los escuchamos hablar de igualdad de oportunidades, de cambiar la sociedad, de ser más inclusivos.
De repente quienes se enfermaron y rasgaron vestiduras con lo que pedíamos hace algunos pocos años como una Asamblea Constituyente o Cabildos diciendo, como si fuera una gran ofensa, que éramos comunistas por ello, hoy día, asustados quizás, quieren hasta cambiar la constitución. Mira tú lo que son las cosas.
De repente, aquellos parlamentarios que denostaban el proyecto de 40 horas laborales y ensalzaban el de 41 horas , en el absurdo más absurdo de todos los absurdos, lo aprueban porque es lo mejor para el país.
De repente sí creen que pueden bajar a la mitad sus dietas parlamentarias. Mira tú.
De repente nos dimos cuenta que las carreteras “concesionadas”, ( una manera de disfrazar “privatizada) , eran del Estado, pero alargaron veinte años más esa concesión, cuando si vuelven a la administración del Estado y aun bajando a la mitad los cobros, el mismo Estado ganaba y podía reinvertir eso en gasto social, educacional, salud, qué se yo.
De repente, los ministros que se rieron en la cara de todos los chilenos, salen a pedir perdón, uno por uno casi con un rosario en las manos. Ya quisiere yo esa sincera humildad.
De repente, ¡oh milagro milagro de la Virgen de los Palos Negros! aparecen un montón de empresas diciendo que les pagarán a sus trabajadores no menos de 500 mil pesos ,mensuales, aquel sueldo ético del que hablaban los curas. ¡Se podía ¡ ¡Se podía! Incluso en Quiñenco, ¿pueden creerlo? El Grupo Luksic, uno de los dueños del país paga a sus trabajadores menos de 500 lucas y ahora le aplauden porque sí lo hará.
De repente, cosas como esta revolución nos hace sacar lo peor y lo mejor de nuestra humanidad. De repente tuvo que haber muertos para darnos cuenta que sí se puede cambiar. De repente quiero creer que esto nos va a fortalecer y mejoraremos como a sociedad.
De repente.
Por K Ardiles Irarrázabal
Columnista